Omisiones llamativas
Los mensajes navideños del Rey no suelen ser, a pesar del carácter familiar de estas fechas, piezas meramente retóricas, sino que tocan los problemas que aquejan a este país y a sus ciudadanos en particular. El del terrorismo de ETA, a pesar de que el acoso policial y la colaboración internacional hayan debilitado a la organización terrorista, es uno de los problemas crónicos que amenazan la paz de los españoles. A la luz del intento criminal de ETA de provocar una matanza en plena Nochebuena, cobra todo el sentido la llamada de don Juan Carlos a "perseguir el terrorismo con firmeza desde el Estado de derecho y a trabajar juntos para poner fin a sus amenazas y coacciones", así como el reconocimiento de la deuda contraída por la sociedad con sus víctimas.
En el año en que se ha conmemorado el 25 aniversario de la Constitución de 1978, no podía faltar una explícita mención del Rey a la norma fundamental de los españoles como "cimiento básico sobre el que descansa nuestra convivencia" y gracias a la cual España constituye una realidad de libertad y progreso en común, "dentro del respeto a nuestra rica pluralidad y diversidad". Pero a diferencia de otros mensajes (años 2000 y 2002), en los que las referencias constitucionales versaban sobre la vertebración de "España como nación plural" y el entendimiento de "nuestra nación desde la pluralidad", en el de este año el Rey ha preferido transmitir un mensaje de unidad y apelar a todos a "preservar unidos los valores, reglas, principios y el espíritu integrador de nuestra Constitución".
El Rey se refiere a algunos de "los problemas concretos" que más han preocupado a la sociedad española durante este año, pero los trata más genérica y sucintamente que nunca. Así, recuerda a "los militares que este año han fallecido en accidentes y por causa de atentados", y expresa a sus familias su afecto y solidaridad. Pero sorprende que no se haga una referencia explícita a la tragedia del Yakolev 42. Como sorprende que en un año en que la política exterior de España ha tomado nuevos derroteros, algunos claramente rechazados por una amplia mayoría de los ciudadanos, como el apoyo del Gobierno a la guerra de Irak, la única mención real "al plano exterior" sea a la futura Constitución europea y al derecho de España "a mantener el peso relativo que merece en el edificio institucional de la Europa del futuro". Estamos quizá ante uno de los mensajes de don Juan Carlos más vaporosos y genéricos. Ya se sabe que los discursos del Rey lo son de facto del Gobierno, pero en esta ocasión, lo que dijo y lo que calló, sonó demasiado al discurso de Aznar, justamente en su última Navidad como presidente del Gobierno.
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