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Reportaje:VELA | Perspectivas ante la Copa del América de Valencia 2007

El abogado de 'El Gran Malvado'

El español Luis Sáenz Mariscal asesoró durante cuatro años al patrón norteamericano Dennis Conner, ganador de cuatro ediciones

Los tripulantes de la Copa del América se comunican mediante un indescifrable código de señales y vocablos. Como en los rallies. Se trata de que las órdenes del patrón lleguen lo más rápido posible a todos los miembros del equipo, desde la popa hasta la proa. Es una cuestión vital en una regata match-race (barco contra barco), la utilizada en la fórmula 1 de la vela. Hay que ganar décimas de segundo como sea.

Luis Sáenz Mariscal, madrileño de 34 años, ha sido desde 1999 hasta que finalizó la pasada edición de la prueba, disputada a principios de año en Auckland (Nueva Zelanda), el abogado del norteamericano Dennis Conner, apodado Mister America's Cup, el mítico ganador de cuatro ediciones, y del New York Yatch, el club que durante 132 años tuvo en sus vitrinas la simbólica jarra de plata, el trofeo que recibe el campeón.

"Descifrando las señales de los demás se descubre su estrategia, su 'modus operandi"
"Dos guardaespaldas me acompañaban a todas partes. Llevaba tres teléfonos para despistar"

Sáenz Mariscal ha pasado horas tratando de descifrar junto al resto de los navegantes del Stars & Stripes (Barras y Estrellas) de Conner los términos y las señales empleados por los rivales. "Si lo conseguías, te hacías una idea de cómo funcionaban; descubrías en cierta manera su estrategia durante la regata, su modus operandi", afirma este asesor jurídico y navegante que, además, pasa por ser el mejor conocedor del reglamento de la legendaria competición, quien mejor lo sabe interpretar. Por esto último precisamente le fichó Conner.

Actual abogado del Consorcio Valencia 2007, la entidad que impulsó la candidatura valenciana a la regata, Sáenz Mariscal llegó al Stars & Stripes cuando el Bravo, la embarcación que representó a España en 2000, disputada también en Auckland, fue eliminado. En aguas neozelandesas comenzó defendiendo los intereses del velero español y acabó representando al legendario caña, un hijo de pescadores venerado en el mundo de la vela.

"A Conner", cuenta Sáenz Mariscal, "le tengo un gran respeto y cariño. Es un hombre con una intuición y una memoria histórica bárbaras. Recuerdo una vez que le advirtió a uno de los patrocinadores de su barco de que no se pusiera debajo de la botavara porque, si se rompía una pieza del mástil, podía destrozarle la crisma. Era una posibilidad remota que había ocurrido hace muchos años. El caso es que cuando el hombre se apartó, al poco rato se desplomó la botavara".

Conner llamó a Sáenz Mariscal en cuanto el Bravo fue eliminado. El madrileño tuvo que ponerse enseguida manos a la obra, pues el italiano Prada había acusado al Stars & Stripes de contraespionaje.

"Se trataba de una protesta muy gorda. Nos acusaban de haberles copiado el diseño de las velas. Pero, al final, tuvieron que retirar la reclamación porque demostramos que ni las velas eran parecidas ni las habíamos copiado", recuerda.

Fue el primer éxito de Sáenz Mariscal como asesor de Conner. Pero no el más sonado. Durante la última edición, la ganada por el suizo Alinghi, siempre en Auckland, el abogado español probó que el americano One World había obtenido ilegalmente información confidencial del Team New Zealand, el defensor de la Copa.

Una cascada de amenazas cayó sobre Conner y Sáenz Mariscal. "Dos guardaespaldas me acompañaban a todas partes. Llegaron a intervenirme las líneas. Llevaba tres teléfonos para despistar a los amenazadores. Tenía que hablar en clave. Cuando me conectaba a Internet, estaba el tiempo justo porque, si no, entraba enseguida un hacker (pirata informático y empezaba a mirar en mi disco duro".

Sáenz Mariscal, quien estudió derecho en la universidad Complutense a la vez que se aprendía al dedillo la Escritura de Donación, el reglamento por el que se rige la Copa del América, vigente desde 1887, guarda un puñado de anécdotas de su relación con Conner, también llamado El Gran Malvado: "Lo llaman así porque es un competidor nato, muy duro navegando. Dentro del agua es tremendo. Es el único que ha ganado cuatro ediciones y ha competido en nueve. Eso significa que empezó en los años sesenta. Es toda una institución".

En una ocasión, durante un entrenamiento en Long Beach con el Stars & Stripes, Conner le pidió que hiciera de táctico durante unas pruebas para comprobar la resistencia del timón: "Asegúrate de que se hacen las pruebas de rotura de timón". Eso hizo Sáenz Mariscal: "Empezamos a hacer los entrenamientos de salidas de match-race y yo le dije al patrón que, de vez en cuando, le pegara un cañazo bien fuerte al timón para hacer las pruebas de rotura. En efecto, le pegó un cañazo que no veas y, de repente, gritó: '¡No tengo gobierno, no tengo gobierno!'. Yo me asomé por la borda y pensé: 'Majo, ni lo vas a tener', porque efectivamente se había roto el timón y el tío estaba allí dando volantazos. Desde ese momento, tardamos cuatro minutos y medio en hundirnos. Tuvimos que salir nadando y, además, rápido para que no nos tragara el mar".

Rechaza Sáenz Mariscal la manida y "errónea" teoría de que la Copa la gana el barco más rápido y de que la tripulación juega un papel secundario. "El velero más rápido es el resultado de un proceso de investigación y desarrollo. Y después tiene que haber una relación muy buena entre el equipo de ingenieros y los regatistas, quienes tienen la misión de sacarle su máximo potencial. Por ejemplo, son los tripulantes los que tienen que trasladar al equipo de diseñadores y constructores las reacciones del velero: si derrapa, si tarda en acelerar o en encarrilarse... De nada sirve tener el navío más rápido, el mejor diseñado y la mejor tecnología si luego lo llevan unos mantas".

"Decir que el barco más rápido gana la Copa es simplificarlo todo mucho", insiste; "el ejemplo más claro es el del neozelandés Russell Coutts, que ha ganado de calle las tres últimas ediciones con distintos equipos, distintos diseñadores y en diferentes países. Es el mejor. Por eso le pagan 10 millones de dólares o lo que le paguen. El patrón es el que se lleva todos los laureles, pero ahí hay un trabajo tremendo por parte de mucha gente".

Hijo de un ingeniero naval, Sáenz Mariscal comenzó a regatear de pequeño en Santander, donde su padre trabajaba. Se inició, como casi todos los chavales que empiezan, en la popular clase Optimist. Cuando ingresó en la universidad, continuó regateando aunque ya en competiciones de flotas de cruceros. Lo hacía siempre que los estudios se lo permitían.

En 1992, el gallego Pedro Campos, impulsor de los tres únicos veleros españoles que han disputado la Copa -el España 92, en 1992; el Rioja, en 1995, y el Bravo, en 2000- le llamó para que formara parte de la tripulación del primero de ellos. Durante un tiempo estuvo entrenándose con el resto del equipo. Hasta que en las Navidades de 1991 se lesionó la rodilla esquiando. Y entonces pasó a ocuparse sólo de la parte jurídica.

"A Luis le conozco desde principios de los ochenta, desde las Vueltas a España de vela", relata Campos, quien valora el prestigio que se ha ganado Sáenz Mariscal en el mundo del deporte: "Es uno grandes activos de la vela española. Que en un país de grandes abogados como Estados Unidos un español representara al New York Yatch Club fue todo un hito. Por otra parte, su labor en la sombra para que Galicia acogiera la salida de la Vuelta al Mundo, en 2005, y Valencia fuera elegida sede de la Copa del América, en 2007, es encomiable. Ha sido un elemento clave en las negociaciones".

Luis Sáenz Mariscal, el viernes, en el Club Náutico de Valencia.
Luis Sáenz Mariscal, el viernes, en el Club Náutico de Valencia.MÓNICA TORRES

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