Los regalos de Renfe

Son de sobra conocidas las demandas de Córdoba y Sevilla respecto a los bonos AVE, lanzaderas, mejora del servicio de trenes regionales y comunicaciones ferroviarias entre ambas ciudades andaluzas, con un flujo muy importante de viajeros que a los señores Corsini y Álvarez-Cascos importamos bien poco.

Quienes hacemos este trayecto cada día hemos perdido ya toda esperanza de que Renfe y el Ministerio de Fomento nos escuchen, por mucho interés que pongan los respectivos ayuntamientos y las asociaciones de consumidores, que, por cierto agradecemos, e incluso me atrevo a apuntar que si les valiera se llevaban el AVE de Andalucía.

Pero la última ocurrencia supera con creces todos los agravios: para el ya de por sí penoso regional Andalucía Express entre ambas ciudades, que nos vemos obligados a utilizar por la falta de lanzaderas o bonos AVE, Renfe nos ha puesto en servicio unos cochambrosos y extraños trenes con apariencia de regionales y asientos de cercanías, duros como las piedras al estilo transiberiano, como si hubiéramos retrocedido medio siglo, y ante las evidentes quejas de los usuarios al revisor, éste, ciertamente abochornado, comenta que para atender necesidades de esta línea han traído unidades procedentes de Cataluña, y nos pide disculpas porque la megafonía anunciando las paradas tiene aún grabadas las voces de las antiguas localidades de aquella comunidad autónoma, en catalán por supuesto, y no Posadas, Palma, Peñaflor o Lora del Río como sería lo correcto. No hace falta ser un lince para vislumbrar de qué estamos hablando, porque no han tenido ni la delicadeza de retirar unos paneles del interior de los vagones que rezan: Autoritat del Transport Metropolità ATM Condicions d´utilizació...

Todos los usuarios de estos días que nos hemos encontrado con este regalito navideño de Renfe hemos llegado a la sencilla conclusión de que el material de desecho de los cercanías de Cataluña viene a cubrir necesidades de los regionales andaluces. Si no quieres caldo, toma tres tazas.

Un último detalle: ante las airadas quejas de mis compañeros de asiento al sufrido revisor por el regalito, como último argumento el hombre deja abierta la puerta a las pertinentes reclamaciones, pero como las quejas a Renfe por los medios habituales de poco sirven salvo para rellenar la papelera, aquí va la mía.