Ojos de Brujo aplaza hasta el mes de abril el final de su temporada más triunfal
El grupo barcelonés trabaja en un nuevo disco en el que abundarán en la fusión de estilos
Ha sido el año mágico de Ojos de Brujo. Tras abandonar la discográfica que les editó su primer disco, la banda barcelonesa decidió autogestionarse para editar y gestionar el segundo, Barí, cuya repercusión les ha reportado una agenda que ha superado las 120 actuaciones y que cerrarán en abril con tres conciertos con invitados. Además, el combo barcelonés ha sido encumbrado como estandarte de los nuevos sonidos de fusión que tienen en Barcelona la capital nacional. Ramón y Panko, guitarra y disc-jockey, respectivamente, del grupo, niegan cualquier protagonismo estilístico: "Sólo simbolizamos una forma de ver la vida que resulta que comparte mucha más gente, nada más".
El grupo tenía previsto cerrar la gira de Barí, su segundo disco, con un gran concierto en Barcelona. La gripe lo impidió, trastocando buena parte de los planes. Tuvieron que suspender también los conciertos de Valencia y Madrid, en los que tenían previsto contar con numerosos artistas invitados que se sumaban al ya cuantioso grupo integrado por una decena de músicos. Pese a los virus, han logrado mantener parte del calendario, de suerte que el 18 actuaron en Granada, el día 19 en Mérida, ayer lo hicieron en Huelva y mañana actuarán en la sala Apolo de Barcelona, ofreciendo en su ciudad un concierto de consolación que, de todas formas, no anula una cita en abril en la que tienen la intención de celebrar los tres conciertos anulados -las fechas aún están por cerrar- y montar el gran espectáculo prometido como final de la gira que han titulado Karakaseteké Tour. Antes, en febrero, irán de gira a Estados Unidos y el 28 de febrero celebrarán un concierto en Hernani con Fermín Muguruza.
Nuevo disco
"¿Que si tocamos demasiado en Barcelona?, pues no nos lo planteamos, lo único que pensamos es que hacía tiempo que no lo hacíamos y teníamos muchas ganas", afirmaron Panko y Ramón antes de retomar el tema de la representatividad del grupo. "Lo que más nos emociona es recibir un correo como el que leímos hace poco", afirma Ramón. "En él, un chaval nos decía que cada día se ponía nuestro disco para tener pilas para el resto del día. Eso significa mucho, especialmente si le pasa a alguien como yo, que cuando curraba me escuchaba cada día el Masters of puppets de Metallica para tener fuerzas".
En la vorágine de sus últimos conciertos, el grupo ha logrado tiempo para comenzar a ordenar las ideas que articularán su próximo disco. Ramón, que el otro día pudo comentar con Marina estas ideas en la habitación del enésimo hotel del año, las sintetiza en tres ejes: "Ahondar en el hip-hop onda Tahita con compases a 12; seguir la línea de Quien engaña no gana, es decir, tangos con scratch melódico, y trabajar una línea más orgánica con ritmos a cuatro tocados por toda la banda. Eso, más el funk por bulerías, alguna rumba y la mezcla de rumba y ragga serán las guías de nuestro tercer elepé".
Si la banda ha podido superar la gira de este año sin automatizaciones que resten "duende" a sus conciertos, se debe, según Ramón, a que sus conciertos siempre son distintos. "Nunca tocamos exactamente igual, y hay temas que han sufrido tres o cuatro vueltas a lo largo de toda la gira", señala. "También hemos ido sacando y metiendo canciones en el repertorio, de manera que no es posible que nos aburramos o automaticemos". Las giras también acostumbran a romper a los grupos, al forzar al límite las relaciones humanas. Ramón acepta el riesgo, pero encuentra la solución: "Nosotros nos conocemos antes de ser músicos, y por ello no nos vemos a nosotros mismos exactamente como artistas profesionales. Nuestro entorno anterior no era un grupo, y eso es lo que nos ha permitido superar crisis de relación".
Una de las cosas que más han enriquecido al grupo durante esta temporada ha sido su contacto con el público internacional. "Si les gustamos", dicen Panko y Ramón, "es porque el flamenco puro les puede resultar muy duro, mientras que nosotros les damos un compás que no conocen, acompañado por un ritmo funky que sí les resulta familiar. Por eso nos han acogido tan bien fuera de España".
En estos conciertos internacionales han podido comprobar que el mito de que Barcelona está de moda es una realidad. "Realmente cuando explicábamos que somos barceloneses se les ponían a todos ojos de plato", indican. "La verdad es que estar de moda tiene inconvenientes, entre otros que la ciudad se está volviendo muchísimo más cara", indica Ramón. "Mi abuela, que toda la vida había vivido en la Trinidad, un barrio muy popular, tiene que irse. La presión económica está siendo muy fuerte".
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