La audacia de Alicia Keys
La cantante presentó su segundo disco en un concierto privado
La cantante neoyorquina Alicia Keys visitó el miércoles España para promocionar su nuevo disco, The diary of Alicia Keys (J Records/BMG), continuación del millonario debut, Songs in A minor, editado en 2001 y que se convirtió en un auténtico boom: asaltó las listas de medio planeta gracias a su belleza tímida y a la libertad con que se movía por el campo musical del rhythm and blues estadounidense. El resultado no se hizo esperar: cinco Grammy y 10 millones de discos vendidos.
Tras algunas entrevistas, la cantante nortemericana, de 23 años, ofreció un miniconcierto -cuatro canciones de cada disco-, sólo para invitados, en la sala madrileña Pachá, que fue presentado por un incisivo Juan Luis Cano y que contó con una coda a cargo de Bebo Valdés y Diego El Cigala.
En público, Keys muestra un insólito ensamblaje bifronte de la triunfadora y la neófita. Se presenta con un cuarteto instrumental y un trío vocal, ambos discretos y eficaces. Y se gana al público desde el primer instante, con sus piropos a España y su invitación a dar palmas. En directo, se olvida de los guiños al hip hop y su oferta musical se clarifica: la prolongación del soul clásico de finales de los sesenta y principios de los setenta, la herencia de Aretha Franklin y Roberta Flack.
Estrecho repertorio
Hay sabiduría en Alicia Keys: consciente de la estrechez de su repertorio, recurre a los éxitos del primer disco y a canciones ajenas. Así, de The diary of Alicia Keys sólo suenan cuatro temas. En las baladas, If I ain't got you y Diary, sabe añadir los desgarros del gospel y acercarse al plano superior. En You don't know my name escenifica deliciosamente la llamada de una camarera de una cafetería a un cliente habitual, una invitación a conocerse mejor que ratifica que estamos finalmente ante una muchacha de 23 años, una embriagadora mezcla de audacia e inseguridad.
Se despide con un enigmático "nos veremos pronto, más pronto de lo que pensáis". Efectivamente, pasan unos minutos y reaparece en compañía de Bebo Valdés, Diego El Cigala y su sección de ritmo. Hubo un flechazo de la estadounidense con el flamenco en su pasada visita a Madrid y ella expresó su voluntad de aproximarse al arte gitano, que tuvo ocasión de escuchar en algunos locales de la capital. En realidad, no ha habido posibilidad de ensayar seriamente con Bebo y El Cigala. Alicia se limita únicamente a intercalar unos gorgoritos y hace un simpático intento de sonear en la versión de Lágrimas negras. Una anécdota.
Tras pasar 24 horas escasas en nuestro país, la cantante viajó en dirección a Alemania para continuar con la promoción de su segundo trabajo discográfico.
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