Juan Bonilla y Justo Navarro defienden en Sevilla la convivencia de realidad y ficción en la literatura
El poeta, ensayista y novelista Juan Bonilla (Jerez, Cádiz, 1966), con obras como Nadie conoce a nadie o Los príncipes nubios, dialogó ayer en Sevilla con su colega Justo Navarro (Granada, 1953), autor del poemario Un aviador prevé su muerte y de la novela Accidentes íntimos.
Los escritores desvelaron, ante público y en el monasterio de La Cartuja, lo que ellos entienden por "la contraposición del discurso", dentro del ciclo Fricciones: la realidad funciona igual que la ficción que organiza la Universidad Internacional de Andalucía (Unia). El artista plástico Pedro G. Romero presentó a los dos escritores andaluces que participan en el programa Arte y pensamiento.
"Realidad no es igual a verdad, ni ficción es igual a mentira", aseguró ayer
Bonilla, quien, entre otros, ha recibido el premio Biblioteca Breve que otorga la editorial Seix Barral por Los príncipes nubios. El escritor jerezano leyó su cuento A veces es peligroso marcar un número de teléfono como punto de partida de una reflexión. "¿Para qué sirve la literatura y qué relación tiene con la realidad?", se preguntaba Bonilla para, después, concluir: "la literatura es ese refugio en que uno puede transformar, por fin, en gol un penalti fallado mucho tiempo atrás".
A Justo Navarro, que ha recibido los premios de la Crítica (1987) y Herralde (1990) entre otros, le sorprende la separación que se realiza actualmente entre literatura y realidad. "La literatura siempre ha formado parte de la realidad. Las historias nunca se han visto como mentiras, sino como una parte del mundo que nos ayuda a vivir", aseguró Navarro. "La historia siempre ha estado entreverada de ficción. La separación viene del siglo XIX, cuando la historia quiso convertirse en disciplina científica y empezó a considerarse a la literatura como una fábula desdeñable", añade.
Para Bonilla, es cada lector quién decide qué es realidad y qué ficción. "Cuando estalló la guerra en Afganistán, leí un libro sobre la situación en el país y todo aquello, para mí, era un relato de ficción absoluta; porque yo no podía traducirlo a mí realidad".
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