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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Indigentes

A las doce de la noche aparcaba mi coche en la plaza de Emilio Jiménez Millas, detrás del número 1 de la calle de la Princesa. Desde hace unos meses, un banco (de los de sentarse) ha sido transformado en vivienda de una mujer de unos treinta años de edad. Ella suele pasar el día deambulando por los bajos de la plaza de los Cubos, pegando gritos, hablando sola, rezando, riñendo a la gente, etcétera. Me atrevería a decir, sin ser especialista, que anda un poco mal de la cabeza, imagino que por la vida que lleva.

Como decía, esa noche aparcaba yo mi coche en esa, su plaza. Como muchos de ustedes saben, en Madrid está haciendo un frío espantoso, con el agravante de que hoy no ha dejado de llover en toda la tarde-noche. Cada vez que aparco, suelo darle las buenas noches, sin que ella lo perciba. O tal vez sí. Hoy, al ver la que estaba cayendo, ni lo he pensado. Me he dirigido directamente hacia mi casa. Pero he vuelto al coche al percatarme de haber olvidado algo allí. Ahí ha sido cuando la he visto. Estaba tumbada bajo unos trapos mojados. Con cuatro cartones tendidos en una valla. Con cuatro enseres a su alrededor. Le he dicho buenas noches como siempre que la veo.

Al dirigirme hacia casa, he empezado a sentirme fatal. Sé, que ella por sí misma podría levantarse y cobijarse en algún lugar. Pero alguna extraña razón no le deja moverse de ahí. ¿Su cabeza tal vez? He pensado que una solución sería llamar al 112 de Emergencias para avisar a alguien que se la llevase de ahí. Así lo he hecho, y para mi sorpresa, en menos de diez minutos ha aparecido una ambulancia del Samur. Les he explicado la situación. Ellos, sin bajarse de la ambulancia, le han preguntado que si necesitaba algo. Respuesta negativa desde su apartamento. Treinta segundos después de aparecer en escena, nuestros amigos, los de amarillo, se marchan.

Decido acercarme a hablar con ella. Con un poco de miedo a su reacción. Me dice con gestos (parece ser natural de algún país del este de Europa) que ahí se queda, que está bien, gracias. Insisto. Le pido que se mueva unos metros. Que, por favor, se traslade a los bajos de la plaza de los Cubos. Respuesta negativa. Vuelvo a insistir. No hay respuesta.

Doy vueltas buscando plásticos para taparla. Por lo menos la impermeabilizaría un poco. No veo nada, por lo que, con un cabreo de narices voy a mi casa y vuelvo a llamar al 112. Me explican que no se puede hacer nada, pero que hay un teléfono de Urgencias de Asistencia Social donde tal vez me sepan ayudar. Llamo, y me explican que tienen una "unidad móvil" que funciona de 10.00 a 22.00, por lo que no se puede hacer nada. "Tomaré nota para que se pasen mañana". Urgencias de Asistencia Social. Miedo me da necesitarles.

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