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Reportaje:

Las primarias del PNV

Imaz y Egibar agotan el pulso por la sucesión de Arzalluz con una campaña sede por sede ante la jornada de votación del día 18

El PNV agota hoy y mañana los últimos actos de la campaña de los dos candidatos a la presidencia del partido, Joseba Egibar y Josu Jon Imaz, antes de la jornada de votación, el jueves 18.

Nadie aventura una predicción, y la celebración de todas las asambleas un mismo día, por orden de la comisión de garantías, ha impedido disponer de las pistas que habría ofrecido el proceso escalonado. Esa decisión ha perjudicado a Imaz, que no realizó campaña en la primera vuelta y se ha visto privado del efecto de arrastre que habría tenido una sucesión de victorias en Vizcaya.

Con la referencia de la primera vuelta, Egibar sería el triunfador. Ganó en Álava, Navarra y Guipúzcoa, pero los resultados fueron muy ajustados porque muchas asambleas se saldaron con un diferencia mínima de votos y la elección está totalmente abierta.

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El secreto está ahora únicamente en ser capaz de llevar a cada asamblea más afiliados que el contrario y ambos sectores se aplican a convencer y movilizar a la militancia para llegar al día 18 con el mayor número posible de convencidos, puesto que en las asambleas participa una mínima parte de la afiliación.

La existencia de dos candidatos, apoyado cada uno por una parte del aparato peneuvista, ha convertido el proceso sucesorio en unas auténticas elecciones primarias. Y como todo proceso de este tipo, en el que la dirección del partido utiliza todas las armas a su alcance, dejará tras de sí heridas sea cuál sea el desenlace. Será así aunque formalmente todo el partido se ponga detrás, como un solo hombre, de quien gane.

En todo caso, Imaz tendría garantizada una mayor paz interna. Cuenta tras su candidatura con el aparato de Vizcaya (25.000 de los 34.000 afiliados) y de Guipúzcoa, que tiene otros 7.000. Los otros 2.000 se reparten entre Álava, Navarra, el País Vasco francés y las organizaciones de la diáspora.

Egibar, por el contrario, encontraría dificultades para gobernar el partido contra la voluntad de la poderosa ejecutiva de Vizcaya y además tendría que abrir un proceso de recuperación de Guipúzcoa frente a la dirección actual, que está combatiendo su candidatura, con lo que también la renovación de las ejecutivas regionales en mayo sería conflictiva.

Imaz garantiza igualmente una mejor sintonía con quien ya es el líder indiscutido del PNV, el lehendakari Juan José Ibarretxe,por haber pertenecido al núcleo central de su Gobierno y porque su contrincante tiene ya en su debe algunos pulsos con el lehendakari, aunque siempre saldados en favor del inquilino de Ajuria Enea.

Algunas declaraciones de Egibar han contrariado a Ibarretxe, y más aún el intento de usar en beneficio propio el proyecto de nuevo Estatuto, al afirmar que no todo el partido lo apoya, y sugerir que un triunfo de sus contrincantes puede ponerlo en peligro. Esa afirmación tuvo mucho que ver con la decisión de las ejecutivas de Vizcaya y Guipúzcoa de pactar un candidato alternativo, incluso contra la voluntad de Arzalluz. Ibarretxe no ha definido sus preferencias, pero su apoyo a Imaz se hace explícito en el mero hecho de no haber puesto pegas a su candidatura. Por el contrario, ha asumido incluso el precio de hacer una crisis para sustituirle si gana.

Imaz y Egibar, de 40 y 44 años, respectivamente, forman parte de una generación Ibarretxe que ya está en el poder tanto dentro del partido como en las instituciones. De lo que les separa no se sabe mucho, porque Imaz ha rehuido ese debate sobre posiciones políticas, que Egibar ha tratado de buscar. Pero todo el mundo intuye en el actual portavoz del Gobierno una menor inclinación a rehacer el pacto entre nacionalistas por el que apuesta sin disimulos Egibar, y una mayor capacidad de diálogo con la mitad no nacionalista de la sociedad vasca, que se haría necesario en uno u otro momento.

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