_
_
_
_
TEATRO

La levadura y la hogaza

Javier Vallejo

Al fondo de la escena del teatro Pradillo, en una pantalla, amanece sobre Estremera, pueblo en el confín suroriental de Madrid, donde el Tajo separa La Alcarria de La Mancha. Un siglo atrás tenía 60 cuevas habitadas, varias de las cuales seguían estándolo hace dos décadas. En una de ellas vivió de niña Isidra Camacho, y con ella sus 11 hermanos, sus padres y un burro. Isidra, también conocida como La Fosforera o la de Las Tetas Gordas (en los pueblos que jalonan La Alcarria no hay alma sin sobrenombre), es una sexagenaria vital y alegre. Desde la pantalla, cuenta fatigas grandes y alegrías chicas, entona un romance, una canción de corro y una nana, bromea con una vecina que huye de la cámara como de un espejo delator... En escena, entretanto, el cantante Eliseo Parra, el percusionista Pablo Martín, la coreógrafa Patricia Ruz y Félix Viscarret, director de cine que tiene la valentía de bajar a la arena e ironizar sobre su torpeza en ese terreno, preparan un tinglado levemente telúrico, humorístico y evocador al que han llamado Mucho guriguri y poco ziringuindungui, traducción de andar por casa y en torno al brasero de un dicho más culto e inteligible: "Mucho ruido y pocas nueces". Parra, es sabido, lleva muchos años reverdeciendo frutos secos del árbol frondoso y milenario de la tradición oral. Martín, un percusionista que extrae sonidos cálidos de tinajas, peroles y calderos (hijo de un guitarrista y de una bailaora flamenca ¡estadounidenses!), forma parte del equipo habitual del cantante. La novedad de este espectáculo es la dimensión escénica que le dan Ruz y Viscarret al trabajo de los músicos, y el diálogo permanente que entablan los cuatro. El universo acogedor de Patricia Ruz, coreógrafa de El Tinglao, actriz con La República, bailarina no importa dónde, sintoniza perfectamente con el de los músicos; y Viscarret, director de Dreamers, premio al mejor corto y al mejor guión en el Festival de Cine de Alcalá, ha sabido estructurar el trabajo de sus compañeros, abrirse a ellos y dejarse contaminar como un cante de ida y vuelta.

Mucho guriguri... es el espectáculo que más éxito ha tenido de Caldo de Cultivo, ciclo veraniego de tres en los que el madrileño teatro Pradillo propuso a artistas escénicos, plásticos y audiovisuales que se mezclaran, que probaran a entrar en territorios ajenos. Además de en Ignacia Camacho, punto de referencia constante, sus autores se han inspirado en el proceso de fabricación del pan. Una de las escenas mejor traídas y más vitales sucede en torno a la mesa donde hasta hace no muchos años las mujeres de pueblo amasaban la harina, y donde percutían rítmicamente con el puño, la palma y el envés de la mano levantando una nube blanca, envolvente y apetecible, mientras cantaban panaderas como ésta: "Dime panaderita / ¿cómo está el trato? / La harina va subiendo / y el pan, barato". Parra recogió las más recientes de su repertorio en Aceitunilla, pueblo de Las Hurdes donde los mayores se las enseñaban a los chiquillos para tenerlos un rato bajo control.

Sin micro y a cappella, o con el apoyo del pandero cuadrado, las tejoletas o de un bajo continuo que los espectadores crean con sus voces, Parra canta el Vengo de moler morena (que Ruz baila arribita de la mesa, con un vaso lleno de agua sobre la cabeza), Aunque seas amiga mía la que yo quiero, Aire que me lleva el aire, una nana dulcísima recogida en la isla de El Hierro, y poco más, porque en Mucho guriguri... hay también un tiempo para recordar el modo, que hoy resulta chusco, en que el hombre se comunicaba con los animales; para coreografiar trabalenguas, y para dejar sitio a uno o dos actores o cantantes invitados, cada día diferentes. Además, hay un homenaje de Patricia Ruz a sus padres, quienes, sin ser del mundo de la farándula, entran a compartir escenario con ella en un momento potente y casi tan de verdad como cuando Birgitte Cullberg, interpretando a Medea, sacó el cuchillo para asesinar a sus hijos, y el pequeño Mats le espetó: "¿No lo irás a hacer de verdad, mamá?" . Claro que no, se lo comió a besos. Falta por decir lo más importante: que Mucho guriguri... es un espectáculo sin pretensiones, franco como una hogaza de pan candeal. Por eso se hace querer, y en los momentos menos logrados se deja comer.

Del 17 al 21 de diciembre.

Mucho guriguri y poco ziringuindungui. Teatro Pradillo. Pradillo, 12. Madrid.

Patricia Ruz y  Félix Viscarret.
Patricia Ruz y Félix Viscarret.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_