_
_
_
_

El ministro admite que fueron un objetivo "aleatorio"

Jorge A. Rodríguez

La versión ofrecida ayer por el ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, y el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Jorge Dezcallar, supone un vuelco en la tesis mantenida por el ministro horas después del asesinato de los siete agentes secretos, en el sentido de que habían sido objeto de la delación de un colaborador y de que fueron "un objetivo elegido". Según diputados presentes en la comisión de secretos oficiales, la delación está prácticamente descartada y la tesis actual es que los funcionarios fueron víctimas de un atentado "aleatorio" contra occidentales.

Miembros de la comisión explicaron que el ministro indicó que los ocho agentes fueron un objetivo "aleatorio" y "no elegido" y que, salvo datos que aparezcan más adelante lo desmientan, no fueron traicionados. Dezcallar y Trillo contaron, según los asistentes, que los agentes tomaron por su cuenta y riesgo la decisión de viajar a Bagdad y cometieron "fallos de seguridad". Esta hipótesis, que podría ser confirmada durante los interrogatorios de los 41 detenidos en Latifiya, es por la que se inclinaron desde el primer momento los responsables británicos y norteamericanos de la seguridad en Irak. Posiblemente un mercadillo fue el punto en el que, según lo que entendieron los parlamentarios, los agentes pudieron ser identificados como occidentales y marcados como víctimas. Desde ahí fueron seguidos por un coche blanco, desde el que los agentes fueron ametrallados en un adelantamiento.

Los funcionarios españoles lograron repeler la agresión e incluso llegaron a neutralizarlos, según indicaron fuentes de Defensa. Pero en ese mismo instante se vieron atrapados en un intenso fuego cruzado procedente de un terraplén cercano a la carretera -donde las tropas de EE UU encontraron numerosas vainas percutidas de fusiles de asalto- y de las azoteas de varias casas próximas.

Los agentes, quienes al parecer sólo llevaban dos teléfonos satélite, pudieron defenderse durante media hora con sus armas cortas y dos subfusiles ametralladores Marieta. De la emboscada sólo salió ileso el agente José Manuel Sánchez Riera, quien fue protegido por la policía iraquí de un linchamiento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_