Luque saca del hoyo al Depor

Un manto negro cayó en Eindhoven sobre el Deportivo, que se vio arrojado al pozo de las serpientes cuando el PSV marcó el 2-0 y lo puso al borde de la eliminación. Hasta entonces se había visto un partido equilibrado en todo menos en la puntería, que el Depor no acabó de encontrar hasta que entró Luque. La aparición del delantero fue fulminante: se estrenó con una falta al borde del área que la potencia de su zurda convirtió en un cañonazo pegado al palo. Al borde del infarto, el banquillo blanquiazul se echó extasiado al césped tras un susto que duró casi una hora.

El que dicen mejor árbitro del mundo contribuyó a complicar la vida al Deportivo con el partido todavía en su arranque, cuando los coruñeses tuvieron la ocasión de marcar el gol que habría convertido la noche en un plácido trámite. Todo empezó con un pelotazo cruzado de Andrade, el tipo de acción expeditiva de un central, pero con la pelota muy bien dirigida buscando la carrera de Scaloni por la derecha. El argentino se la llevó, dejó a atrás a su marcador y se metió en el área sin contrarios a la vista. Aunque estaba escorado, tenía una clara posibilidad de remate, pero en eso levantó la cabeza lo justo para ver a Tristán llegando por el centro. Scaloni debió de pensar que quien cobra el sueldo por marcar goles es el sevillano y no él. En vez de disparar, centró hacia Tristán, quien fue claramente derribado por un defensa. Pero nadie es perfecto, ni siquiera el glamouroso Pierluigi Collina, el astro del arbitraje, quien no quiso saber nada.

El error arbitral cobró más valor tres minutos después, cuando el PSV convirtió lo que era su primera acometida sobre el área con cierta propiedad. La jugada retrató muy bien las virtudes de los holandeses, un equipo con gusto por el vértigo, al que pocas veces se verá demorarse con la pelota. En ese punto eléctrico que le caracteriza, el PSV ganó el área con una pared en el vértice izquierdo. El centro, que en realidad fue un despeje mal dirigido de Héctor, quedó para que lo remachase De Jong, el medio centro, al que le correspondía llegar por allí. Y la noche amenazó borrasca para el Depor, que había salido muy resuelto, sin dejarse seducir por la tentación de especular con el margen del que disponía para administrar el resultado. La lógica invitó al Depor a percatarse de que su objetivo era marcar el gol que le situaría en los octavos de final a menos que el PSV anotase cuatro. Y el grupo de Javier Irureta fue valiente. Adelantó la defensa, sin dejarse intimidar por el recuerdo de lo ocurrido en Mónaco, tomó la pelota y miró siempre a la portería contraria. De hecho, se vio al mejor Depor del último mes y medio, abanderado, como en los días más gloriosos, por Valerón, que imantó la pelota, soportó palos de todas partes y desbrozó los caminos hacia el área, secundado en la derecha por el industrioso Scaloni.

Al Depor no le faltaron ocasiones. Pero, cuando no fue Collina, apareció el portero holandés, espléndido en un remate a bocajarro de Andrade, o se aturulló Sergio, quien desperdició un par de llegadas al área con mucha claridad. El PSV tuvo la virtud de no impacientarse pese a que necesitaba otro gol. Los holandeses se sintieron cómodos cediendo al rival el timón del choque. Si algo no le falta al PSV son futbolistas rápidos, y a ellos se encomendó en cada pérdida del balón del Depor. Los blanquiazules penaron por ello en varias ocasiones, especialmente cuando entró en escena el magnífico Robben, quien añadió clase y toque a su velocidad para desesperación de Héctor, obligado a echar el bofe en cada jugada.

Tras el descanso, Guus Hiddink dio un toque de corneta introduciendo a Rommedahl, otro de sus mejores jugadores, que no había salido de inicio por ciertos problemas físicos. El ingreso del danés, situado como extremo derecho, abrió otro frente para el Depor, que hasta entonces sólo había tenido que esforzarse en la izquierda. De repente, un incendio se extendió por las inmediaciones del área de Molina. Por primera vez, el Depor se vio acorralado. Y el PSV sacó provecho muy pronto con un remate cruzado de Robben.

La noche empezó a pintar dramática hasta que Irureta recurrió a Luque. La temporada entera del Depor estaba en el aire, bailando sobre el vacío de una prematura eliminación de la Copa de Europa con potenciales efectos devastadores. Todo quedó arreglado en unos segundos con el imponente zurdazo de Luque. El PSV ya no tuvo arrestos para sobreponerse. Y lo demás quedó para la honrilla de ganar el partido.