El fracaso del proyecto de normalización
Chechenia, conquistada por las tropas federales rusas hace ya casi tres años, continúa siendo una herida abierta en el corazón de Rusia. Los esfuerzos que ha hecho el Kremlin por desarrollar un plan de normalización que ayude a cicatrizarla han fracasado. La pequeña república sigue siendo un foco constante de tensión, donde cada día mueren soldados y secuestran a personas. Pero si en 1999 la segunda guerra de Chechenia, desencadenada por el entonces primer ministro de Rusia, Vladímir Putin, influyó sustancialmente en las elecciones parlamentarias de diciembre, ayudando a ganar al recién nacido partido progubernamental que ahora se ha convertido en Rusia Unida, hoy el conflicto es vivido como marginal por la población del país.
La resistencia de los separatistas continúa y Moscú no ha podido capturar ni eliminar a los principales líderes del movimiento independentista checheno: Aslán Masjádov, el presidente elegido en los comicios democráticos de 1997, y Shamil Basáyev, el famoso guerrillero que ha reinvidicado la autoría de por lo menos dos de los ataques suicidas realizados en los últimos doce meses, continúan vivos, al frente de la resistencia a las fuerzas federales. Más aún, la guerrilla se ha palestinizado y ahora utiliza a kamikazes no sólo en el interior de Chechenia, sino también en otras regiones de Rusia. En el último año los separatistas han realizado siete sangrientos atentados terroristas en los que han perecido casi 300 personas y más de medio millar han resultado heridas.
3.000 secuestrados
En Chechenia, la indefensión de los ciudadanos sigue a la orden del día. Baste decir que durante los tres años de la segunda guerra han sido secuestradas más de 3.000 personas, según denunció Memorial, organización de derechos humanos que tiene una oficina permanente en Grozni, la capital chechena. "Sólo este año, desde enero a noviembre, fueron secuestradas 431 personas. De ellas, 137 fueron liberadas, algunas previo pago de rescate, 47 fueron encontradas muertas y 247 desaparecieron", dice Oleg Orlov, dirigente de Memorial. La cifra real, agregó Orlov, debe ser en realidad mucho mayor, "quizá el triple o el cuádruple", ya que su organización puede recoger datos sólo en una cuarta parte del territorio de Chechenia.
Los secuestrados son torturados, algunos hasta la muerte, y entonces sus cuerpos desfigurados aparecen más tarde a la vera de algún camino o los entierran en fosas comunes secretas. Se trata de auténticos escuadrones de la muerte, que se dedican a eliminar no sólo a los sospechosos de pertenecer a la guerrilla, sino también a quienes son considerados simpatizantes de los separatistas y a sus familiares. Ahora, esos escuadrones de la muerte no están formados sólo por miembros de las tropas federales y cada vez más están compuestos por hombres de Ajmad Kadírov, el presidente checheno prorruso, que hoy tiene el mismo objetivo que los soldados: acabar con los opositores.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.