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Al Green reaparece con su clásico 'soul' de Memphis

El cantante convertido en predicador edita 'I can't stop'

Diego A. Manrique

Al Green, ilustre cantante de soul que se retiró para convertirse en predicador, ha vuelto a interpretar música profana. Su luminoso nuevo disco, I can't stop, le reúne además con Willie Mitchell, el productor que también le ayudó a componer algunos de sus grandes éxitos. Para su reaparición, Green y Mitchell han elegido Blue Note, el famoso sello de jazz. "Es música eterna", dice uno de los ejecutivos de la compañía.

Entre 1970 y 1977, Albert Greene (Arkansas, 1947) protagonizó la última edad de oro del soul sureño. Una voz proteica y unos arreglos esbeltos se combinaban mágicamente en canciones de arrebatadora emoción: Let's get married, Tired of being alone, Let's stay together o Take me to the river fueron momentos sublimes en una década vulgar. Green exprimía cada gota de emoción, en imprevisibles interpretacioneas de extraordinaria sensualidad.

Cantando un repertorio centrado en los éxtasis del amor, Green se convirtió en un casanova. Hasta el desdichado día de 1974 que una novia desequilibrada se vengó de su promiscuidad y su negativa a casarse: estaba a punto de entrar en su bañera cuando ella le lanzó a la espalda una cazuela llena de comida hirviendo; inmediatamente, la agresora se suicidaba (una versión alternativa sugería que, en realidad, ella fue tiroteada por el equipo de seguridad del cantante).

Según la leyenda, ése fue el momento en que Al Green oyó la llamada de Dios. En su autobiografía, Take me to the river (Harper, 2000), el vocalista asegura que ya había tenido antes un momento de revelación que le hizo replantearse su trayectoria. En 1976 compró una iglesia de Memphis y se convirtió en pastor, actividad que alternó con su carrera pop. Discos como Belle (1977) exploraban su dilema: "Es a ti a quien quiero, pero a Él le necesito". En 1979 se cayó desde el escenario, debió ser hospitalizado y tomó la decisión: se olvidaría del estrellato y se dedicaría a sus feligreses, cantando y grabando únicamente música gospel.

Su Church of Full Gospel Tabernacle entró en el circuito turístico de Memphis. Aunque Green no cortó del todo los lazos con la industria del pop. En 1986 volvió a grabar con Mitchell un disco que mezclaba canciones religiosas y carnales. Los ingleses no le habían olvidado: en 1988 actuó en el estadio de Wembley, como parte del homenaje a Nelson Mandela; ese mismo año volvió a las listas de éxito con Put a little love in your heart, un dueto con Annie Lennox. Los miembros de Fine Young Cannibals le produjeron parte de Don't look back (1993), lanzado exclusivamente en el mercado europeo. Otros productores (Arthur Baker, Tim Miner) intentaron aplicar fórmulas modernas a una voz que necesita un repertorio creíble, unos arreglos delicados.

El recién publicado I can't stop es lo más parecido que se puede imaginar a uno de sus mejores elepés clásicos: está hecho esencialmente con los mismos músicos, en el mismo estudio e incluso con el mismo micrófono. Es posible que no haya otro I can't stop: a sus 75 años, Willie Mitchell está delicado de salud y ahora son sus nietos los responsables de sus Royal Studios. Al Green sí quiere seguir haciendo discos. Consultó a su congregación y obtuvo una respuesta positiva, después de encontrar un ejemplo bíblico apropiado: "Moisés era un anciano cuando Dios le volvió a llamar para que sacara a su pueblo de Egipto".

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