Alemania aprueba las cuentas de 2004 con más déficit que inversión

La Cámara baja del Parlamento alemán, el Bundestag, aprobó ayer con la mayoría gubernamental de socialdemócratas y verdes el presupuesto federal para 2004, que incluye un déficit de casi 30.000 millones de euros, superior a las inversiones previstas. Aún no está claro, sin embargo, si llegará a ejecutarse. La oposición democristiana (CDU-CSU), que controla la Cámara alta, considera inconstitucionales estas cuentas.

También tiene que aprobar la oposición varias partidas financieras incluidas en el presupuesto, como un adelanto de una reducción del IRPF en un inicio previsto para 2005. Corren días casi surrealistas en Berlín, donde a un ritmo escalofriante se está negociando en varios frentes legislativos a la vez una ya de por sí intrincada madeja de malabarismos financieros y recortes al Estado del bienestar; todo con tal de mantener medianamente a flote las cuentas públicas.

El presupuesto, con un gasto federal de 257.300 millones de euros aprobados ayer, es un buen ejemplo: al superar el déficit (29.300 millones) las inversiones previstas (24.600 millones), en principio, es inconstituticional. Únicamente podría ejecutarse si el Gobierno declara la situación de emergencia económica, situación que se ha dado en 2003 y podría repetirse en 2004.

El ministro de Finanzas, Hans Eichel, ha tenido que librar la segunda gran batalla en una semana, tras la suspensión del Pacto de Estabilidad lograda en Bruselas. Lo que ha hecho es recurrir a un truco que consiste en declarar perturbado el equilibrio macroeconómico, lo cual permite aumentar el déficit. Ya muchos gobiernos alemanes se habían valido de esta medida, pero nadie había llegado al extremo de declarar perturbado el equilibrio de un año fiscal que aún no se ha iniciado.

Reforma fiscal

En un raciocinio duramente criticado por la CDU-CSU, Eichel argumenta que el déficit sólo supera las inversiones porque el presupuesto incluye un recorte adicional del IRPF por 15.600 millones. Aquí, no obstante, surge un segundo problema: la reforma fiscal -al igual que decenas de cambios laborales y recortes de ayudas públicas, también incluidos ya en el presupuesto- aún tiene que ser aprobada por la CDU-CSU.

La oposición democristiana, que controla la Cámara alta del Parlamento (Bundesrat), ha rechazado estas medidas, que previamente fueron aprobadas por el Bundestag. Ahora, una comisión mediadora entre ambas cámaras se ha propuesto encontrar un acuerdo antes del próximo 19 de diciembre. De no lograrlo, la reforma fiscal quedaría definitivamente bloqueada, y los presupuestos aprobados ayer serían papel mojado aun antes de que se escuchen las campanadas del 31 de diciembre.

Para complicar aún más las cosas, la CDU-CSU anuncia que, pase lo que pase, objetarán este presupuesto en la Cámara alta. Por ley, en este caso, el desacuerdo no se remitirá a la comisión mediadora, sino que volverá al Bundestag, donde la mayoría más uno de todos los parlamentarios con escaño podría sacarlo adelante definitivamente. Eso sí, ninguno de los parlamentarios socialdemócratas o verdes podrá faltar a la cita. Y el trámite tomará tiempo, tanto que Eichel durante semanas no podría pedir nuevos créditos.