Ralentí en la M-40
7.00 Asfalto húmedo. Atmósfera fresca. Cielo granate. Cinco grados. Es de noche aún. El automovilista se incorpora a la A-6 en sentido A Coruña-Madrid, por el lateral que se adentra a la salida de Las Rozas. Un banco de niebla allí estancado desaparece al poco. Circula a 80 kilómetros por hora, pero la autovía muestra las hileras, rojas, paralelas y continuas de los faros de otros automóviles, sobre cinco carriles, primero, y sobre tres, poco después.
Viaja solo; su vehículo se desplaza en paralelo al carril de autobuses y vehículos de alta ocupación (bus-VAO), por donde otros automóviles discurren a una velocidad de 110 kilómetros a la hora. El fluir es constante, y la circulación, razonablemente veloz. Muchos conductores surcan la misma ruta. Suelen ser hombres de más de 40 años; pese al frío exterior, casi todos se han quitado la chaqueta y muestran camisa y corbata. 7.03. No se ven autobuses por el bus-VAO. La marcha se aminora imperceptiblemente. A las 7.05 reduce hasta 60 kilómetros/hora. Una hilera de faros rojos anuncia el desvío hacia la ruta de circunvalación M-40. Se forma una caravana. Circulan a unos 30 kilómetros por hora hasta que se incorporan a la gran ruta. Luego, aceleran. La radio habla ya de retenciones, de dos kilómetros, en Las Rozas, de donde él partía, pero la ruta frente a él está expedita A las 7.11 cruza frente al complejo presidencial de La Moncloa. A las 7.14, tras recorrer 13,9 kilómetros desde donde comenzó su viaje, cruza frente al Arco de Moncloa. Hay siete grados de temperatura.
A las 7.54 emprende el retorno de Madrid a Las Rozas, adonde llega a las 8.11. Los paneles anunciaban retenciones de entrada de cuatro kilómetros. En ambos trayectos, el sentido de marcha no se ha roto en ningún momento. Los conductores parecen conocer las rutas a la perfección.
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