La lluvia juega y gana
El Betis y el Deportivo naufragan en los charcos en un encuentro marcado por el penalti parado por Molina a Fernando
El clima es un factor más del fútbol. Encuadra las competiciones en una realidad natural, escasamente esquivable y con su pellizco de épica. El juego, sin embargo, crece en lo físico y lo inesperado y se aleja de cualquier intento de naturaleza táctica. Eso pasó ayer en Sevilla. El agua suplantó al césped en el estadio bético al mismo tiempo que evitó una buena oportunidad para tomar el pulso a dos equipos que atraviesan por momentos de zozobra. Cualquier conclusión táctica sobre el partido de ayer estaría tan condicionada que rozaría la falsedad.
Como primeras víctimas del estado en el que quedó el terreno de juego cayeron los jugadores hábiles y creadores. Joaquín no dio una a derechas. Lo intentó poco y la mayoría de las veces los charcos le robaron la pelota. Algo similar le sucedió a Fran, que se situó como falso enganche como consecuencia de la inteligente decisión de Javier Irureta de dejar a Valerón en el banquillo durante la primera mitad. El canario, realmente, no pintaba nada en un campo en el que ni siquiera podía rodar el balón.
BETIS 0 - DEPORTIVO 0
Betis: Contreras; Juanito, Lembo, Rivas, Luis Fernández; Arzu, Assunçao; Joaquín, Fernando (Martín Palermo, m. 58), Ismael (Capi, m. 76); y Dani (Benjamín, m. 83).
Deportivo: Molina; Héctor, César, Andrade, Capdevila; Mauro Silva, Sergio (Scaloni, m. 56); Víctor, Fran (Valerón, m. 62), Munitis (Romero, m. 80), y Pandiani.
Árbitro: Megía Dávila. Amonestó a Sergio, César, Arzu, Lembo, Pandiani y Capi.
30.000 espectadores en el Ruiz de Lopera. Molina paró un penalti a Fernando (m. 26).
El técnico vasco estuvo astuto y pragmático y optó por colocar en la banda izquierda al santanderino -del barrio pesquero además- Munitis, un jugador con muchos más recursos en la brega con la lluvia, los resbalones y las patadas, tan frecuentes en este tipo de partidos.
Fran no hizo nada digno de su calidad, pero el Deportivo salió espoleado desde el excelente trabajo de los defensas y de los medios centro. A pesar de que no había fútbol de quilates, el Deportivo demostró mucho más empaque que los béticos. El agua no logró ocultar todas las dudas que despierta el equipo sevillano. Víctor Fernández no se acercó ni de lejos a la astucia de Irureta y, en un partido en el que cualquiera podía ver que no habría más que sudor, arreones y trompicones, optó por situar a Dani en vez de Palermo en la punta de la delantera. El joven delantero sevillano dio una nueva clase de fútbol zascandil, en el que desgraciadamente parece haberse estancado. Es difícil decir si es bueno o malo porque la mayoría de las veces está en el suelo o rascándose la cabeza con gesto de dolor, casi siempre fingido. Ayer, en la primera parte, eligió de nuevo tirarse al suelo en cuanto notó el contacto de un defensa en vez de intentar tirar a gol. Poco antes, Contreras había calculado mal su deslizamiento en una salida y facilitó un ataque deportivista que, entre el agua y el barullo, se desaprovechó. Dani sufrió un desvanecimiento en la segunda mitad y tuvo que salir en camilla.
Peculiarmente, el equipo sevillano mejoró bastante tras fallar un penalti inocente de Molina que, con similar candidez, tiró Fernando.
La segunda mitad fue una inevitable continuación de despropósitos, acentuados por el desgaste de los futbolistas. Irureta sacó a Valerón, que apenas tocó la pelota, aunque estuvo a punto de marcar en un despiste de la cada vez más cansada defensa bética. Víctor Fernández tiró de Palermo, que respondió con un pase de chilena que llegó a convertir en gol Dani, aunque Megía Dávila lo anuló por el supuesto juego peligroso en la pirueta del argentino. El ariete no ocupó esta vez su posición natural y como enganche hilvanó algunas jugadas de mérito. Por fin.
Ambos técnicos apelaron al "Virgencita, Virgencita que me quede como estoy" y aprovecharon los cambios para recular. Irureta sacó a un defensa por un extremo y Fernández a un centrocampista de contención por un delantero centro. Todo quedó entonces a la espera de un patinazo de más o una jugada a balón parado. El Deportivo demostró al final un mayor sentido táctico, mucho mejor tono físico y achuchó a los béticos, que pegaban pelotazo tras pelotazo entre resoplidos.
La lluvia hurtó ayer la posibilidad de observar la evolución de dos conjuntos con problemas, los del Deportivo, nacidos en aquel sonrojante 8-3 que encajaron en la Liga de Campeones ante el Mónaco. Debate pospuesto u oportunidad perdida, lo cierto es que los dos equipos se quedaron más que satisfechos con el punto ganado al agua y las vergüenzas a salvo de escrutinio.
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