Emotivo adiós para Ortega Cano
Ortega Cano se despidió ayer del toreo en activo. Colgó definitivamente el traje de luces después de una emotiva actuación en la plaza en la que debutó como novillero el 9 de septiembre de 1973. La corrida de toros era benéfica, la causa de la misma noble y de alabar, en favor de la Fundación Alzheimer España. Le acompañó en el gesto el joven rejoneador Sergio Galán, que deleitó a los presentes con un toreo a caballo pleno de sabor y vibración. La cumbre la alcanzó Galán en la monta de un precioso caballo mulato que hizo gozar a la plaza por su donaire y entrega. Sobre todo en un primer encuentro hacia los adentros, al estribo, en el que el corazón de la gente latió de entusiasmo.
Varias ganaderías / Ortega Cano
Toros de Luis Algarra, El Torero, Yerbabuena, Fermín Bohórquez, Gerardo Ortega, de juego variado. Ortega Cano: silencio; silencio; oreja; silencio; oreja; oreja. Sergio Galán, dos orejas. Palacio Vistalegre. Madrid, 21 de noviembre. Casi tres cuartos de entrada.
Ortega Cano en su primero ejerció muy bien las labores de cuidar a un noble y demasiado blando burel, al que le dio muletazos de tanteo por alto sin poder obligar nada de nada. En su segundo, mansito y reservón, no se confió a penas, y abrevió después de unos muletazos de disimulo. En el tercero, Ortega lanceó de salida con buen gusto y remató a base de dos medias verónica bien dichas. El trasteo de muleta fue irregular, pero hubo muletazos de cierto empate. Se entregó en la suerte suprema y salió prendido por la taleguilla, que le quedó rasgada en muestra del honor de entrar a matar por derecho. En el quinto construyó una faena que fue a más, y que sin embargo estropeó con la espada. Se llevó dos orejas para su particular recuerdo en los dos últimos toros que estoqueó vistiendo el mágico traje de luces. En ambos toros hubo detalles de solera, y en algún momento destapó, aunque con avaricia, el tarro de las esencias.
Babelia
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