Una ventana al pasado

The Barracudas supusieron en la segunda mitad de los ochenta el espejo para muchos rockeros españoles. Normal es que esta fugaz aparición de 2003, en la que servían de teloneros a los neoyorquinos Dictators, convocara a buen número de aquellos fans. De la formación original quedaban el cantante Jeremy Gluck, extraordinario solista de culebreantes movimientos escénicos, y el guitarrista Robin Willis.

Apoyados por un batería y un bajista mucho más jóvenes que ellos, los Barracudas no decepcionaron y volvieron a encantar con canciones refrescantes como una bebida con burbujas tomada al borde del mar. Summer fun, I can't pretend, Codeine, I want my woody back o His last summer, una de las canciones que mejor refleja la épica de los surfers, sonaron de nuevo vivas y potentes e hicieron cantar a un respetable que ya había perdido toda esperanza de revivir aquellas épocas en las que parte de la población juvenil madrileña creía estar habitando en la Costa Oeste americana.

El pasado nunca vuelve, pero, si hay oportunidad de abrir una ventana para echar un vistazo a lo que uno fue cuando era más joven, ojalá sea al ritmo de canciones tan divertidas y vitalistas como las de The Barracudas.