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Reportaje:EXCURSIONES | Puerto del Medio Celemín

El viejo invento del peaje

Este histórico paso situado al norte de Valdemanco recuerda los días en que el viajero debía pagar portazgo

Domingo 9 de noviembre de 2003: decenas de conductores se hacen un lío en la M-40 y acaban en un peaje de la R-2 (Madrid-Guadalajara), donde no hay posibilidad de dar media vuelta, ni libro de reclamaciones para dejar constancia de que la señalización es confusa, pero sí guardias civiles que les convencen de que paguen para evitar males mayores. Día de San Meder de 1329: el Arcipreste de Hita, perdido en medio de la ventisca, se topa con la Chata, la portazguera de Malagosto: "Yo guardo el portadgo e el peaje cojo; / el que de grado me paga, non le fago enojo; / el que non quiere pagar, presto lo despojo". También muy convincente.

Asaltar a los viajeros a punta de peaje no es, como se ve, un invento reciente. Los quejíos de los madrileños afectados por esta renovada costumbre son como el eco de aquellos que se oían en los siglos XIV y XV, cuando los señores adictos a la casa de Trastámara hicieron proliferar los portazgos en los caminos que cruzaban la sierra de Guadarrama. Los encargados de convencer al pagano remolón eran pastores y vaqueras como la Chata, ases del tiro con honda. Y burlar un peaje, así fuera por error, un delito tipificado en las Partidas de Alfonso X como "andar descaminado" y castigado con la confiscación de todos los bienes.

Los señores de la casa de Trastámara hicieron proliferar los portazgos en los siglos XIV y XV

Uno de esos señores abusicas, el de Buitrago, tenía su tenderete montado en el puerto del Medio Celemín, así llamado porque los vecinos de Bustarviejo debían apoquinar al portazguero medio celemín de grano (2,3 litros) por cada fanega (55,5 litros o 12 celemines) que llevaban a moler a las aceñas del Lozoya, cosa que forzosamente debían hacer atravesando entre el cerro del Regajo y la sierra de la Cabrera por este paso abierto al norte de lo que entonces era la casa de Muño Manco y hoy es el pueblo de Valdemanco.

En busca de este histórico paso, saldremos de Valdemanco subiendo por la calle que rodea por la izquierda el Ayuntamiento, luego por una vereda que remonta un arroyo bordado de huertos y, finalmente, por otro camino mejor que asciende dejando atrás una fuente y un depósito de agua hasta desembocar en una amplia pista de tierra señalizada como vía pecuaria. Se trata de la no menos histórica Cañada Real Segoviana, siguiendo la cual, hacia la derecha, nos plantaremos en media hora en el puerto del Medio Celemín.

Situado a 1.325 metros de altura, 200 por encima del pueblo, el viejo peaje es hoy un libérrimo mirador desde el que se contempla, a poniente, el laderón del Regajo, el último y más alto (1.837 metros) de los cerros que vienen del puerto de Canencia; a naciente, Cancho Gordo, el primero y también más alto (1.563 metros) de la sierra de la Cabrera; y, al norte, en la depresión del Lozoya, Buitrago, la antigua villa señorial que extendía sus tentáculos impositivos desde este puerto hasta el de Somosierra, visible asimismo en lontananza.

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Nada más pasar el puerto, surge a la derecha de la cañada una desviación hacia la sierra granítica de la Cabrera, una Pedriza en miniatura cuya peña más altiva, el Cancho Gordo, vamos a rodear para completar la jornada.

En la primera bifurcación, junto a la linde de un pinarcejo, tiraremos a la derecha; en la siguiente, a la izquierda; y, en la tercera, de nuevo a la diestra, para seguir un camino marcado con hitos y después una senda con señales de pintura blanca y amarilla que trepa por el umbroso espaldar de la sierra.

A una hora y media del inicio, o algo menos, dejaremos la senda señalizada para pasar a la vertiente sur por un collado evidente, el del Alfrecho (1.420 metros), que se abre al este de Cancho Gordo. En media hora más, bajando por zigzagueante senderillo, llegaremos a las inmediaciones del convento de San Antonio, fundado en el siglo XI. Y en otra hora (tres en total), siguiendo los trazos blancos y rojos del sendero GR-10, que arranca en la última curva de la pista de acceso al convento, estaremos de nuevo en Valdemanco.

Visita al convento de San Antonio

- Dónde. Valdemanco dista 64 kilómetros de Madrid y tiene cómodo acceso por la carretera de Burgos (N-I) y hay que desviarse en La Cabrera para tomar la M-610. Hay autobuses de Continental Auto (teléfono 91 314 57 55) que salen del intercambiador de la plaza de Castilla.

- Cuándo. Cualquier época que no sea calurosa es buena para efectuar esta ruta circular de 10 kilómetros y unas tres horas de duración, con un desnivel acumulado de 400 metros y una dificultad media-baja. Se puede adecuar el tiempo de marcha para llegar al convento de San Antonio entre las cuatro y las cinco de la tarde, que es cuando se puede visitar este monumento los sábados y los domingos.

- Quién. María Jesús Sanz es la propietaria de Sara de Ur (teléfono 91 868 95 09), un coqueto hotel de 12 habitaciones con vistas a la sierra de La Cabrera y restaurante de cocina creativa: arroz meloso con bogavante, carrillera, carpaccio de bacalao... Precio por la habitación doble: 79-93 euros.

- Y qué más. Cartografía: mapa excursionista Sierra Norte, de La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono 91 534 32 57); en su defecto, consultar la hoja 19-19 (Buitrago del Lozoya) del Servicio Geográfico del Ejército, o la equivalente (484) del Instituto Geográfico Nacional.

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