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Crónica:FÚTBOL | España estará en Portugal 2004
Crónica
Texto informativo con interpretación

Sublime lección en Oslo

España se clasifica para la Eurocopa tras un brillantísimo partido que reivindicó todas las decisiones de Iñaki Sáez

Santiago Segurola

Una sublime lección de España acabó con las numerosas dudas que se habían despertado en torno al destino de la selección. Encabezada por Raúl, ridiculizó a Noruega con un juego que derivó en baile, uno de los más hermosos y espectaculares de los últimos tiempos. Que se produjera en un partido trascendental fue más meritorio. Fue una noche que reivindicó las decisiones de Sáez, puestas bajo sospecha en la vigilia del encuentro. Porque si Raúl tuvo el máximo protagonismo, muy cerca estuvieron Xabi Alonso, Valerón y Vicente, las tres novedades del equipo, que evitó cualquier fatalismo y entró a lo grande en la Eurocopa.

Aunque el partido tenía un evidente contenido dramático, la selección no necesitó de la épica para arrollar a Noruega en un escenario inhóspito. Al frío y la humedad se añadió el barrillo que alimentaba la idea de un partido de choque, el más apetecido por los noruegos. Esta idea quedó desmontada por la aplastante realidad del fútbol, que marcó una diferencial abismal entre los dos equipos. España llegó al duelo entre críticas y un cierto desánimo en el ambiente. Su buena actuación en Mestalla no mereció demasiado aprecio, en medio de un fatalismo que hizo diana en Iñaki Sáez, hombre de pocos excesos, de talante moderado, incómodo en el ruido. Se desataron los decibelios tras la corta victoria en Valencia y el seleccionador se destempló, un poco perplejo ante las críticas. En medio del temporal tomó dos decisiones que, al menos, dejaron su firma. Anunció a Xabi Alonso en lugar de Baraja y eligió a Valerón. Un delantero se quedó fuera: Fernando Torres. Fueron dos decisiones muy poco políticas, sin un gramo de demagogia. Visto lo que sucedió, Sáez se sobró de razón.

NORUEGA 0 - ESPAÑA 3

Noruega: E. Johnsen (Olsen, m. 61); Basma, R. Johnsen, Lundekvam, Stennsas; Iversen, Andersen, Andresen (H. Flo, m. 46) , Solli, Riise; y T. A. Flo.

España: Casillas; Michel Salgado, César, Helguera, Puyol; Albelda (Baraja, m. 85), Xavi Alonso; Etxeberria (Joaquín, m. 77), Valerón (Guti, m. 74), Vicente; y Raúl.

Goles: 0-1. M. 34. Magistral pase en profundidad, por el centro del área, de Valerón a Raúl, cuyo remate supera la salida de E. Johnsen.

0-2. M. 51. Fallo en el despeje de Basma, que deja el balón a los pies de Vicente, quien solo, ante E. Johnsen, remata a su derecha.

0-3. M. 56. Despeje del portero noruego que rebota en la cabeza de Etxeberria y se cuela en la meta.

Árbitro: Pierluigi Collina (Italia). Amonestó a Albelda e Iversen.

Lleno, unos 25.000 espectadores en el estadio Ullevaal de Oslo. Vuelta de la repesca. España se clasifica por el tanteo global de 5-1.

Hubo un punto de creatividad que recordó la célebre exhibición frente a Austria (9-0)
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Xabi Alonso y Valerón fueron decisivos en el brillante partido de España. Alonso venía de una temporada inestable, con dificultades para recordar el jugadorazo que llevó a la Real a las puertas del título. Su inexperiencia no le favorecía en un partido trascendental. Sin embargo, reaccionó como el futbolista de carácter que todos elogian. Alonso es el sucesor indiscutible de Guardiola, el típico jugador que condiciona un estilo. A través suyo, España hizo un memorable ejercicio de posesión, un gigantesco rondo que abrumó a los noruegos. Fue una noche donde los mejores rasgos del fútbol español quedaron perfectamente definidos: el uso masivo del balón, la búsqueda de los extremos, la paciencia, la producción de oportunidades a través de la sutileza. Y algo más, la posesión de la pelota como máxima garantía defensiva. Todo eso quedó escrito en Oslo, frente a la atónita mirada de los hinchas noruegos, que dimitieron pronto del jolgorio para admirar a Raúl, Vicente, Valerón y Alonso.

Al fondo se adivinaba el legado de la Quinta del Buitre y, muy especialmente, la huella de Cruyff. Hacia ese costado se ha inclinado el fútbol español, después de los durísimos debates que presidieron la era Clemente, el hombre que de alguna manera preconizaba el otro juego, intempestivo, elemental, atlético. Con los defectos que se quieran en la selección, y uno de ellos es su dificultad para adaptarse a los partidos donde pierde pie en el manejo de la pelota, España ha perfilado una manera de entender el juego. En Oslo la llevó a un punto de creatividad que recordó la célebre exhibición frente a Austria, aquel inolvidable 9-0 que sirve como referencia a lo que se considera una actuación perfecta.

Si Xabi Alonso funcionó como un reloj en el medio campo, Valerón ofreció lo mejor de su extraordinario repertorio. Era conmovedor verle regatear, amagar, pasar, engañar, disfrutar ante la acorazada noruega, en el frío, sobre el barro, entre patadas. Valerón despegó poco a poco y, cuando cobró vuelo, no hubo forma de pararle. El fútbol en su estado más hermoso se adivinaba en cada una de las acciones de este jugador singular, un regalo para el fútbol español. De manera casi imperceptible, con una elaboración exquisita del juego, España comenzó a producir ocasiones ante su estupefacto rival. Fueron cinco las oportunidades antes de que llegara el gol de Raúl, sin duda el protagonista del encuentro.

El tanto, que parecía anunciada, nació de una intercepción de César. De manera insólita se adentró con la pelota en el campo noruego, regateó a un adversario y se la cedió a Valerón. De repente se encendieron todas las luces. Valerón vio a Raúl, encontró su desmarque y le entregó un pase perfecto. Del finiquito se encargó Raúl con la solvencia de costumbre. Resolvió a un toque, junto al palo derecho del portero, como si lavara. No hubo más partido. Noruega había pretendido una cosa muy fea: convertir el catenaccio en una broma y especular descaradamente con la típica oportunidad que alimenta un pelotazo, un rechace, un córner, un error. No tuvo la menor ocasión de hacerlo. España no se lo permitió. De paso, los noruegos quedaron retratados como unos piernas. Es lo que sucede cuando hay baile: la distancia entre los equipos se multiplica hasta extremos sonrojantes. Raúl fue el primero en interpretarlo. Principio y final de la selección, Raúl ejerció el liderazgo en todos los aspectos. Por juego, personalidad y astucia. A su alrededor se vio al mejor Vicente de los últimos meses, al gran Valeron y al cartesiano Xabi Alonso. Ellos fueron la bandera del equipo que ofreció una noche magistral en Oslo.

Vicente, Etxeberria y Puyol abrazan a Raúl tras conseguir éste el primer gol de España.
Vicente, Etxeberria y Puyol abrazan a Raúl tras conseguir éste el primer gol de España.EFE

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