La UE ultima un plan para suprimir barreras en el sector servicios
La Comisión Europea está ultimando los detalles de un proyecto legal dirigido a eliminar de forma radical las trabas que impiden el desarrollo del sector servicios a escala europea y convierten en entelequia los grandes objetivos del mercado interior.
El 70% del producto interior bruto (PIB) y del empleo de la Unión dependen del sector terciario, cuyo desarrollo es imprescindible para la reactivación económica. La Comisión estima que si la Unión tuviese un sector servicios tan desarrollado como el de Estados Unidos tendría también 36 millones más de puestos de trabajo.
Frists Bolkestein, el comisario de Mercado Interior, cree que todo el mundo en Europa está pagando el precio de unas restricciones que impiden el adecuado funcionamiento del mercado único transfronterizo. "Hay todo tipo de barreras en todo tipo de servicios en todos los países", dice uno de sus colaboradores. De ahí que el 70% de la actividad económica global quede rebajado hasta el 20% si se contabiliza sólo la que atraviesa fronteras.
Los servicios son mucho más propensos a sufrir de trabas en otros países que los bienes convencionales porque la compleja naturaleza de muchos de ellos requiere de normas más complejas. Autorizaciones, formalidades administrativas, restricciones en las contrataciones, limitaciones en el uso de servicios entre países, obligación de abrir delegaciones en los países en que se ofrecen servicios... son algunos de los problemas a que aludió el pasado verano la Comisión al anunciar que iba a intervenir de una vez para eliminar barreras que van en detrimento de consumidores y empresarios e impiden a unos y otros beneficiarse de economías de escala. "Y además se pierde mucho potencial de crear empleo", subrayó el comisario Bolkestein.
Escasos avances
El plan de Bolkestein es presentar el próximo 10 de diciembre su iniciativa, con el propósito de crear un auténtico mercado interior de servicios en el año 2010, en línea con lo acordado en el Consejo Europeo de Lisboa de convertir a la UE a finales de la década en la economía más dinámica del mundo. Han pasado más de tres años desde aquella declaración maximalista a orillas del Tajo y pocas cosas han avanzado para hacer realidad el objetivo.
El borrador que circula por los pasillos de la Comisión y del que se hacía eco ayer el Financial Times prohíbe que las compañías tengan que establecerse en el país en que ofrecen sus servicios, les autoriza a regirse por el ordenamiento legal del país de origen, acaba con la obligación de que sus trabajadores tengan que registrase con las autoridades locales y elimina la obligación de solicitar permisos para operar salvo que así lo exija el interés general, entre otras medidas liberadoras de trabas. También contempla el reconocimiento mutuo de los Estados de los permisos para proporcionar servicios en uno de ellos.
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