"Hemos construido una carretera rara y sin destino", dicen los Rolling Stones
Hoy salen a la venta los cuatro DVD con los conciertos de su gira 'Licks world tour'
Los Rolling Stones están muy castigados. No es noticia. Muchos piensan que deberían haberse retirado hace décadas y que éstas ya no son edades para ir saltando por los escenarios. Pero ahí siguen, y es sorprendente comprobar que, pese al tiempo, Mick Jagger (60 años), Keith Richards (59), Charlie Watts (62) y Ronnie Wood (56) conservan el humor y la complicidad de una banda adolescente. Hoy salen a la venta cuatro DVD con vídeos, documentales y comentarios de su última gira. Todo un empacho de Rolling. "Hemos construido una carretera rara y sin destino", dicen.
El DVD sobre la última gira de los Rolling Stones (con los conciertos, las canciones comentadas una a una y un documental sobre el grupo) propone un juego interactivo en el que cada espectador puede elegir en su casa a qué músico quiere seguir por el escenario. Cuatro cámaras dedicadas en exclusiva a cada uno de ellos durante toda la gira permiten ahora este juego. Con motivo del lanzamiento, los cuatro componentes del grupo se reunieron en Nueva York.
Allí, en el piso alto de un lujoso hotel, los Stones reciben a un reducido grupo de periodistas. El deslumbrante atardecer de Manhattan se filtra por las ventanas y tapiza la habitación de rojo. Durante algo menos de una hora, cada Rolling va a cumplir su papel: Mick Jagger explica, Keith Richards desvaría, Ronnie Wood intenta interrumpir y Charlie Watts, esfinge imperturbable, calla.
Es inevitable empezar hablando de longevidad. "El rock nunca ha experimentado rupturas como el jazz. Es una tradición continua donde todo el mundo le debe algo a alguien", dice Jagger para explicar su éxito. "Nosotros nos inspiramos en Elvis Presley y Buddy Holly y ahora los grupos de rock más jóvenes se inspiran en nosotros. Sus fans también, porque nuestras canciones se consideran clásicos. El rock ya es una forma musical consagrada. Tiene su historia y sus críticos. (...) Cuando empezamos era propiedad de algunos artistas. Elvis no era un intelectual y no hablaba del género. Luego llegaron los Beatles y los Rolling. Éramos blancos de clase media con un cierto nivel de estudios y podíamos montar teorías y contar chorradas".
Teorías no siempre acertadas. "Es como si Freud fuera mi padre", añade Keith, "no he aprendido nada de las ideas de otras personas sobre el grupo y sobre lo que se supone representamos. Entre la prensa y el público hemos construido esa carretera única, rara y que no tiene destino. Seguimos cavando. Es como la arqueología: estamos buscando nuestros propios fósiles".
Los Rollings están ahora mucho más sobrios. Atrás quedaron las detenciones por drogas (en 1967 la de Jagger y Richards) y las desintoxicaciones. Ronnie dejó el alcohol unos meses antes de empezar los ensayos. "Ahora sólo bebo agua y meo mucho más. Toco mucho mejor, veo las cosas más claramente, pero echo de menos los viejos tiempos. Uno siempre añora la época en la que podía descerebrarse. Afortunadamente salí de aquello sin llegar a las puertas de la muerte". Keith lo explica mejor. "Es la diferencia entre rascarse el culo y destrozarlo. (...) Ronnie consiguió hacerlo sin cambiar su identidad. Con tal de que no tenga que seguir su ejemplo, me parece muy bien".
Pero las décadas no pasan en balde. "Después de un concierto tengo la impresión de que me han quitado un pulmón", dice Keith, "la adrenalina de esas miles de personas sigue ahí. Te la llevas incluso cuando has terminado, nunca sabes cómo lo vas a llevar. (...) Cuando vuelves a casa al final de una gira, te despiertas durante cuatro días pensando en las pruebas de sonido".
Keith Richards y Mick Jagger se conocieron en la escuela primaria de Dartford, la localidad de Kent donde nacieron. Se volvieron a encontrar años después cuando Jagger estudiaba en la prestigiosa London School of Economics. Su tumultuosa relación ha sido la columna vertebral del grupo. "Es muy difícil compararlos. Mick es muy ordenado, le gusta trabajar rápido", comenta Charlie Watts, que ha salido brevemente de su mutismo, "sabes exactamente lo que vas a hacer. Con Keith te pasas dos horas sin hacer nada, te paras para comer, vuelves, te pasas otras cinco horas y de pronto pasa algo que no hubiera podido pasar en otro momento".
"¿Si Mick ha cambiado?", se ríe Keith. "Desde que le conozco creo que sólo ha cambiado tres veces de calzoncillos. No sé, porque mi perspectiva también ha cambiado. Estamos en la órbita el uno del otro, supongo que acabaremos chocando. (...) Nos aguantamos y nos seguimos queriendo. Sobre todo existe una relación muy fuerte. Me es difícil explicar lo que ha significado mantenerla durante todo estos años, no tengo ni idea de cómo lo conseguimos. Intenté deliberadamente tirarla al precipicio hace muchos muchos años pero no hubo forma".
Un viaje "flexible"
El grupo que tomó su nombre del blues de Muddy Waters (I got a boy child's comin, he's gonna be a rollin stone) empezó el 12 de julio de 1962 en el Marquee Club de Londres. Aquella noche actuaron Jagger, Richards, Brian Jones, Ian Stewart, Mick Avory y Dick Taylor. Eran jóvenes, rebeldes y peligrosos, y en 1965 con (I can't get no) Satisfaction se convirtieron en estrellas. Meses después de aquel concierto se incorporaría Charlie Watts, y más tarde, en 1976, tras algunas bajas y el suicidio de Jones, Ronnie Wood.
Casi cuarenta años después, la última gira despegó en Toronto el año pasado y continuó hasta hace unas semanas en Hong Kong, una etapa que habían tenido que cancelar. "En Singapur pensamos que todo se iba al traste. Íbamos a China, pero empezó la epidemia del SARS y luego fue lo de Irak: al este teníamos una plaga y al oeste, una guerra, era bíblico. La gira demostró ser increíblemente flexible. Finalmente fuimos a la India y fue fantástico", cuenta Richards, "a estas alturas ya no tenemos que demostrar nada. Sales al escenario y si no te tiran tomates podridos es que haces algo bien".
Babelia
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