EE UU: no se preocupen por 2003, preocúpense por 2004
El panorama económico en Estados Unidos -de hecho, en la mayor parte del mundo- es más optimista que en cualquier otro momento desde el inicio del enfriamiento posterior a las punto.com a finales de 2000. Los estímulos fiscales y monetarios en EE UU bastarán para sacar del apuro a la economía estadounidense para el balance de 2003. Sin embargo, sólo a principios de 2004 se estará en condiciones de valorar si la recuperación global y de EE UU avanza por una senda sostenible La cuestión crucial en este avance es si el consumo cae antes de que la inversión se recupere.
Precisamente, cuando la Reserva Federal se puso en ridículo al perder el control de la palabra deflación en sus comunicados, los datos económicos de EE UU parecieron por fin indicar una recuperación más sostenible. Sin embargo, los beneficios empresariales han registrado una mejora irregular en el mejor de los casos. Es probable que esa tendencia -de mejora de los fundamentos económicos, pero beneficios menos alentadores- continúe en la misma tónica durante el resto de 2003. A principios de 2004 tendremos que ver un modelo más coherente de beneficios empresariales, o la recuperación de 2003, como las de años anteriores, perderá impulso.
Existe el riesgo de que EE UU caiga en la deflación en el próximo ciclo económico
A las autoridades de la Reserva Federal no les preocupa demasiado el panorama económico hasta finales de año. Las rebajas fiscales y el rebrote de la fiebre de la refinanciación en el mercado hipotecario deberían proporcionar suficiente efectivo a los hogares estadounidenses como para mantener el nivel de consumo hasta finales de año sin demasiados problemas. Las tendencias mundiales a corto plazo deberían contribuir a reforzar la idea de que la economía global ha salido del apuro.
Todo apunta a que la economía de la eurozona experimentará una recuperación modesta, pero esto no debería dar demasiadas esperanzas, ya que el BCE considera relajar aún más la política monetaria, aun dando por supuesta una modesta recuperación en los dos últimos trimestres del año. China y otras partes de Asia, por su parte, experimentarán un marcado repunte.
Los ánimos en el sector empresarial siguen estando sorprendentemente apagados a pesar de la mejoría general. Varios funcionarios de la Reserva Federal señalan que uno de los rasgos característicos de la recesión de 1992 fue la tardanza del empleo y la inversión para recuperarse después del bache sufrido por la economía en general. Las reservas de las empresas a la hora de contratar conforme la economía va saliendo de la recesión -ya profundas en 1992- son ahora incluso más perceptibles.
Para muchos funcionarios en Washington, la cuestión continúa siendo una carrera entre unos estímulos económicos que finalmente deben seguir su curso contra una terrible percepción fija en la inversión empresarial que debe mejorar. La carrera ha resultado ser más lenta de lo que muchos en Washington pensaban: muchos creían que el consumo experimentaría un vuelco mucho antes; otros, que las empresas reanudarían la inversión más pronto. Pero la carrera sigue siendo muy real.
La economía de EE UU ha perdido tres temporadas de planificación empresarial; 2001, debido a la recesión oficial; 2002, debido a la amenaza terrorista percibida, y 2003, debido a las incertidumbres geopolíticas que han culminado en Irak. Es discutible que la economía pueda superar otro año perdido sin pasar por un segundo bache. Pero, al mismo tiempo, en estos momentos las autoridades de Washington lo tienen difícil para presagiar otra amenaza o excusa importantes que justifiquen el que la inversión no se recupere.
Si uno espera un repunte repentino de las inversiones como el que vimos en la década de los noventa, entonces el panorama es verdaderamente siniestro. Pero si uno renuncia a la idea de que el auge de las inversiones de los años noventa es la norma en una recuperación económica, entonces la imagen parece menos sombría.
Dado el excepcional nivel de estímulos -fiscales y monetarios- que se están aplicando actualmente a la economía estadounidense, la cantidad de inversiones empresariales fijas que se requiere para lograr una recuperación sostenible es baja. Lo más probable es una recuperación lenta, gradual, con modelos de inversión irregulares y poco satisfactorios que aun así resultan suficientes para encaminar a la economía estadounidense hacia un crecimiento flojo pero sostenible. Más a largo plazo (en el transcurso del siguiente ciclo económico) un crecimiento tibio conlleva a la larga ciertos riesgos, en particular, el riesgo de que la economía de EE UU caiga en la deflación no en este ciclo, pero sí en el siguiente.
Una recuperación suave situaría a EE UU en una coyuntura muy por debajo del crecimiento en potencia del PIB. Basándonos en este supuesto, los tipos estadounidenses alcanzarían su techo en el siguiente ciclo a un nivel inferior al de la expansión de finales de la década de los noventa; otros datos señalan la tendencia de la histéresis de los tipos de interés hacia unas tasas nominales cada vez más bajas y una inflación cada vez más baja.
Es posible que semejante tendencia económica a largo plazo hacia una bajada de tipos, que ratificó la victoria del monetarismo sobre la inflación básica en las décadas de los ochenta y los noventa, pueda convertirse en una espiral deflacionaria no en este ciclo económico, sino en el siguiente.
Nicolás Checa es director gerente de Kissinger McLarty Associates en Nueva York
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