Estudiantes, mejor en el caos
Los colegiales derrotan con amplitud al Real Madrid en un partido plagado de errores
Todo saltó por los aires. Todo menos el pronóstico general que daba ganador a Estudiantes. Ni sistemas, ni pizarra. Sólo nervios y sudor. Ganas, desesperación, errores y precipitación. Orgullo y emoción, todo repartido a partes iguales. ¿Baloncesto? Muy poco. Nada. Y lo poco, marca de los del Ramiro, especialmente en el último cuarto.
Si la pausa es una condición necesaria para pensar, ayer nadie usó el cerebro porque nadie quiso perder ni un segundo, quizás con la excepción de Azofra en los últimos cinco minutos. Desde Bennett, repartiendo pases al tendido y fallando y acertando de manera alterna sin terminar de encontrar en ningún momento el punto, a Jasen, espoleado por las banderas azules pero acelerado y disperso con el resultado de acabar fallando más a la diana que una mira telescópica de juguetería. Desde Victoriano, el rey de la anarquía, desconcertando hasta a los espectadores en su nueva posición de escolta, pasando por Loncar, alma errabunda penando por el perímetro. Desde Kambala, imponentes espaldas, no viéndolas venir y con las manos de mantequilla a Vidaurreta o Iturbe, sobrepasados por la pasión.
ESTUDIANTES 85 - REAL MADRID 73
Adecco Estudiantes: Azofra (13), Jasen (15), Jiménez (12), Felipe Reyes (16), Vidaurreta (2) -cinco inicial-, Iturbe (10), Patterson (5), Brewer (10) y Loncar (2).
Real Madrid: Bennett (25), Herreros (7), Mumbrú (6), Fotsis (12), Alfonso Reyes (2) -cinco inicial-, Bueno (-), Victoriano (2), Kambala (19), Stojic (-) y Hernández-Sonseca (-).
Árbitros: Martín Bertrán, Fernández y Bultó.
Unos 15.000 espectadores en el Palacio Vistalegre.
Y cuando el mapa de ruta de un partido de baloncesto toma esas coordenadas, se supone que el beneficiado es Estudiantes. Y así fue. Eso sí, en esta ocasión fue el Madrid el que ejerció de equipo caótico que a pesar de sus limitaciones se niega a dar el choque por perdido. Los colegiales, sin ser un prodigio de orden ni de acierto, defendieron con más criterio y movieron el balón en ataque con rapidez e intención buscando la ventaja en las posiciones interiores de Patterson y Reyes. También las penetraciones de Brewer o los lanzamientos triples del agónico Nacho Azofra arqueando el lomo desde siete metros.
Kambala y Fotsis, dos de los grandes pívots de Europa, merecen un punto y aparte. Los hombres de la pintura del Madrid, los dos tipos duros, sobre todo el letón, fueron más un lastre que una carta ganadora para el conjunto blanco. Descompensados, ambos van a su aire. Kambala, en la zona, alternando canastas de fuerza y habilidad que se busca él solito con errores infantiles. Fotsis, flotando en los suburbios de la cancha, jugándose triples innecesarios y renunciando a tener ningún peso real en el equipo. Los dos, en resumen, desenchufados, como si fueran piezas extraviadas, aunque valiosas, de otro puzzle.
Caso opuesto al de Patterson, un jugador de complemento, bastante gris, que sin embargo siempre busca el encaje idóneo en el momento preciso. Su actuación en el tercer cuarto, asumiendo más protagonismo del que el guión le otorgaba a priori, labró la ventaja del conjunto colegial.
El Real Madrid, mientras tanto, se seguía moviendo a golpes de impulsos. Acercándose y alejándose en el marcador según la marea que marcaban el acierto en los tiros libres de Bennett y los fallos de los hombres de fuera del equipo estudiantil.
Por cierto, de Mumbrú sigue sin haber noticias.
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