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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chispas de alto voltaje

Salvo por su memorable instalación Carlove en el bosque borrador, en una project room de la siempre fugaz cita de Arco, Carlos Pazos no había vuelto a exponer en Madrid desde aquella muestra de 1995, cuyo título, Hace tanto tiempo, cobra hoy un sesgo premonitorio. Pues ciertamente ocho años resultan, sin duda, un paréntesis excesivo, que ha hurtado al aficionado madrileño un periodo de singular intensidad en la trayectoria de uno de los nombres básicos de nuestra escena artística de las tres últimas décadas. De ahí el interés de este reencuentro.

A partir de la encrucijada germinal forjada por las pautas del pop y el conceptual que comparte con su generación, Pazos ha edificado una deslumbrante y conmovedora apuesta poética, cuyo impulso vertebral deriva, ante todo, de su tan voraz e incisiva como en extremo personal percepción del objeto. La apropiación objetual sirve de base a una estrategia de aplicación de la sintaxis del collage, en su interpretación más amplia y flexible, de la que Pazos obtiene ese desconcertante caudal de asociaciones plásticas y metafóricas, tan sofisticadas, mordaces y equívocas, que atesora en su cosmos distintivo.

CARLOS PAZOS

'Chispazos'

Galería Amparo Gamir

López de Hoyos, 15. Madrid

Hasta el 30 de noviembre

Desgarrado y melancólico a un tiempo, teje su ensoñación mediante un mestizaje entre despojos y residuos que apelan a aquellos registros emotivos o estéticos, como estereotipos culturales, que sitúan un umbral de seducción más equívoco en nuestro imaginario colectivo. Y en ese sentido su poética, antes que canto que eleva su vuelo en pos de un ideal áureo, es, antes bien, hija del desencanto y cómplice de ese otro fulgor más tenue que emana a ras de tierra, tal como indica uno de los títulos en la muestra, Lo que reluce. Tal es el Pazos que nos devuelve, y en su mayor alcance, esta exposición, con chispas de alto voltaje como las que la invención del artista desprende en piezas como Tu sei diavolo per me, Por derribo, Para mi un poquito de cianuro o el collage Des-prestigeditación, así como ejemplos de esa reciente deriva fotográfica, más cercana a la dicción escénica de las instalaciones -e inédita hasta ahora, según creo, en esta plaza- que explora, formando tándem junto a Luis Ros, bajo el nombre de guerra de Mic y Mau.

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