Atletismo con fronteras
La Behobia-San Sebastián restringe las inscripciones de deportistas franceses para evitar desbordarse la participación
La frontera francoespañola nunca está tan concurrida como en la Behobia-San Sebastián. Ni durante la operación salida ni en la de retorno la localidad partida por el Bidasoa llega a acoger una aglomeración de 11.200 personas, reunidas al mismo tiempo. Algo tendrá que ver el peso de la tradición. El primer año en que se organizó la carrera popular, 1919, ganada por Juan Muguerza, no existía la N-I. De hecho, casi nadie sabía qué era un vehículo. El camino entre Behobia y San Sebastián no estaba asfaltado.
En lo básico, se mantiene el espíritu de la prueba: 20 kilómetros de carrera (casi medio maratón), con muchos vaivenes en el recorrido y la principal dificultad en el alto de Gaintxurizketa, situado a ocho kilómetros de la salida. Pero, sobre todo, destaca su marcado carácter popular. La prueba está abierta a todos aquellos mayores de 16 años, de cualquier nacionalidad, con un mínimo estado de forma.
Sin embargo, la popularidad indiscutible de la Behobia-San Sebastián supone un riesgo. Existe el peligro de ahogar a la propia carrera, de que muera de éxito. Por eso, la organización del Club Deportivo Fortuna ha decidido establecer un límite: 11.200 inscripciones, no más (el maratón de Nueva York ha acogido este mes a poco más de 35.000). Sin ese tope, la prueba podría hacerse ingobernable. Este año se ha batido el récord, y aún había más solicitudes de atletas que han quedado fuera.
Es especialmente significativo el atractivo que la Behobia tiene en Francia. El ambiente que se crea dentro de la carrera y también después, tras la llegada al Boulevard, anima a miles de atletas del otro lado de la frontera. Los datos de ediciones anteriores son elocuentes: en 2000, participaron tantos franceses (3.170, un 33%) como guipuzcoanos (3.010, un 31% del total). En 1999, aún acudieron en una proporción mayor: un 35% tenía nacionalidad gala. Este año, la avalancha se ha frenado al llegar a los 11.200. El resto de atletas procede de distintas provincias. Por este orden, Navarra, Vizcaya, Álava, Madrid y Cataluña aportan varios centenares de participantes. Y también Alemania, y algunos atletas profesionales africanos.
La Behobia no siempre ha gozado de esta salud. A lo largo de su historia ha sufrido diversas crisis. En 1979 comenzó la era moderna. Se retomó la organización y se modernizó. La carrera ha crecido en todos los sentidos, hasta convertirse en el acontecimiento atlético del año en Guipúzcoa y el País vasco. Ayer se disputó la trigésimo novena edición.
El Club Deportivo Fortuna, presidido por Enrique Cifuentes, ha permanecido siempre al mando de toda la infraestructura. Surgió a raíz de la desaparición, en 1909, del Club Ciclista Donostiarra, que propició la separación de dos agrupaciones. La otra es la Real Sociedad de Fútbol.
Ahora, se divide a los participantes en 13 categorías diferentes, desde veteranos hasta los junior, incluyendo invidentes y otros discapacitados. Para facilitar las cosas, salen de manera escalonada. Entre la élite, existen retos difíciles de superar. Las siete victorias de María Luisa Irizar (la última, en 1995) o las cinco de Alfonso Álvarez Valera (entre 1981 y 1987) resultan casi inalcanzables. En el cuadro de honor también figuran nombres ilustres como el fallecido Diego García o Alberto Juzdado, que compartieron podio con Martín Fiz en el Europeo de maratón de Helsinki.
Juzdado y 11.000 más
Desde la primera zancada, el maratoniano madrileño Alberto Juzdado puso las cosas en su sitio. Unos trancos más adelante, en las primeras rampas de Gaintxurizketa, sentenció la carrera. A falta de rivales, Juzdado logró con facilidad su cuarta victoria en la Behobia, aunque con un tiempo "discreto" (1:02:13), lejos de la plusmarca (59:16) que él mismo ostenta desde 1996. Tras él, a 34 segundos, entró Óscar Martín. Otro favorito, el marroquí Serrock, defraudó (octavo) por culpa del severo régimen alimenticio llevado durante el Ramadán. La primera mujer fue la zarauztarra Iratxe Aranburu (1:13:42), que repìtió victoria y acabó por delante de la vallisoletana Sara Valderas.
El público, por miles, animó a otros tantos miles de populares esforzados que formaron una larguísima columna humana -más de 10 kilómetros separaron al primero del último- formada por más de 11.000 atletas.
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