Obstáculos
Si algo caracteriza a la democracia es la constante incitación de los políticos a los ciudadanos para que legitimen con su voto la validez del sistema, analizando con preocupación, tras las elecciones, las causas de la abstención.
Por eso es sorprendente la cantidad de obstáculos que la Administración introduce en algunas circunstancias. En el año 2000 fui a trabajar al Reino Unido, inscribiéndome en el consulado como residente. Al parecer, a través de este canal fui dado de baja del censo electoral, que no del padrón, en el que seguí figurando.
Al regresar a España en 2003, el consulado certifica mi baja el 12 de abril de ese año. Dado que deseaba votar en las elecciones municipales, me pongo en contacto con el Ayuntamiento, que me informa que, aunque estoy en el padrón, no figuro en el censo y que el plazo para las reclamaciones ha expirado. El INE me informa, a su vez, que soy un CERA (español residente ausente) y ratifica mi ausencia del censo, situación que, dado que el consulado comunicará la baja y que figuro en el padrón de mi distrito, me permitirá, si no en ésta, sí votar en la próxima convocatoria.
Al no recibir a fines de octubre mi tarjeta censal, vuelvo a peregrinar por las mismas instituciones, obteniendo las mismas respuestas, si bien el Ayuntamiento me entrega ahora un formulario para efectuar la reclamación al censo, pero indicándome que, de nuevo, no podré votar ahora, pues el plazo ha vencido.
Posiblemente mi ignorancia de los arcanos administrativos me haga formularme preguntas absurdas, tales como:
¿Si el alta de mi residencia en el Reino Unido fue suficiente para darme de baja del censo, por qué la baja no tiene el efecto inverso?; siendo el padrón la base del censo, según el INE, ¿por qué figuro en el padrón y no en el censo?, y finalmente, ¿cómo es posible que pueda validar mi primitiva hasta dos horas antes del sorteo y no pueda ser incluido en el censo con 20 días de antelación a las elecciones?-
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