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Reportaje:

La vinculación del yuan al dólar, en el ojo del huracán

EE UU acusa a Pekín de competir deslealmente con su política monetaria y de frenar la recuperación

Fernando Gualdoni

El presidente Bush ha lanzado una nueva cruzada, no contra el terrorismo, sino contra la competencia económica de China. Washington insta a Pekín a revalorizar su moneda, el yuan, cuyo tipo de cambio está ligado al dólar desde 1995. Como el dólar se ha depreciado mucho en lo que va de año, el yuan también, y ello ha abaratado las exportaciones chinas. China se niega a tocar su moneda. Muchos expertos creen que los argumentos de Bush son hipócritas, ya que la competitividad china se debe a su mano de obra barata y son las empresas de EE UU las que más se benefician de ello.

Hoy, más de la mitad de todo lo que exportan las empresas multinacionales, y sobre todo las de EE UU, sale de una fábrica china
El libre cambio del yuan apenas afectaría las exportaciones chinas, mientras que puede provocar una crisis financiera en el país
Como el dólar se ha devaluado el 11% contra el euro, la moneda china, que cotiza a la par del dólar, también se ha depreciado

El presidente George W. Bush ha desatado una guerra económica contra China que amenaza con provocar una nueva crisis asiática y mundial. Bush responsabiliza a la política monetaria de Pekín de gran parte de los males de la economía estadounidense y, sobre todo, de la desaparición de 2,5 millones de puestos de trabajo del sector industrial. Washington sostiene que la moneda china se ha depreciado mucho y ha abaratado excesivamente las exportaciones del gigante asiático. Por tanto, la economía china compite deslealmente con el resto de los países. En resumidas cuentas, Bush culpa a China de obstaculizar la recuperación económica estadounidense y del mundo.

Desde hace unos meses, Bush y los secretarios del Tesoro y de Comercio estadounidenses, John Snow y Donald Evans, respectivamente; han aprovechado cada foro internacional, cada cumbre y cada intervención pública para solicitar a China que revalorice su moneda. El Gobierno chino mantiene al yuan sujeto a un tipo de cambio prácticamente fijo con el dólar desde hace ocho años y no permite que la moneda se pueda comprar o vender fuera del país. Como el dólar se ha devaluado un 11% frente al euro y un 6% frente al yen sólo desde enero, el yuan, que va a la zaga de la divisa estadounidense, también se ha depreciado, abaratando los productos que se fabrican en plantas chinas.

"China está siendo utilizada como un chivo expiatorio", sostiene Randall Kroszner, profesor de Economía de la Universidad de Chicago y, hasta agosto pasado, asesor de Bush. "Se presta mucha atención a la política monetaria de China, pero ésta tiene un impacto mínimo en la competitividad de la economía estadounidense", concluye. Lo cierto es que las empresas chinas compiten con las estadounidenses sólo en el 20% de los intercambios entre ambos países. Son principalmente productos textiles y pequeños electrónicos, dos sectores que en la economía estadounidense apenas representan el 2% del total. Estos sectores no pueden haber dejado en la calle a más de dos millones de personas en los últimos 34 meses.

En realidad, la mayor parte de las exportaciones chinas hacia EE UU, que en 2002 se elevaron a 125.200 millones de dólares, procede de empresas estadounidenses como Dell, Motorola, Kodak o Caterpillar, que tienen plantas de producción en territorio chino y desde allí exportan a otros mercados. Ninguna de estas empresas se ha quejado de la devaluación del yuan. Estas compañías no sólo venden fuera de China a precios competitivos, sino también dentro del país. Tanto es así, que empresas como Oracle, el tercer mayor fabricante de programas informáticos del mundo, fabricará sistemas sólo para ser consumidos dentro de China. Junto a las empresas estadounidenses, compañías europeas (Siemens, Nokia, Philips) y japonesas (Sony, Sanyo, Hitachi, Nissan) también se están beneficiando de la depreciación del yuan ante el dólar, el euro y el yen, y el bajo coste de la mano de obra.

La mano de obra

El bajo coste laboral es lo que hace a la economía china más competitiva, mucho más que la depreciación del yuan. China es la sexta mayor economía del mundo y tiene 760 millones de trabajadores, seis veces los que tiene EE UU. El trabajador de una empresa manufacturera china gana una media de 61 centavos de dólar por hora, mientras que la media estadounidense es de 16,14 dólares, según un estudio de la Reserva Federal de Dallas. La mano de obra barata ha sido la razón fundamental por la que Intel, el mayor fabricante de microprocesadores del mundo, anunciara hace unos meses que invertirá 375 millones de dólares para construir su segunda planta en China.

La prueba de que en el gigante asiático quienes producen son las empresas extranjeras está en el hecho de que el país sigue siendo el mayor receptor de inversión extranjera directa (Luxemburgo es el primero, pero es por su condición de paraíso fiscal). Durante 2002, China recibió 53.000 millones de dólares en inversiones directas, que son las que van a la economía real y dan empleo. En el último decenio, el país atrajo unos 400.000 millones en inversiones de este tipo. Hoy, más de la mitad de todo lo que exportan las multinacionales internacionales procede del gigante asiático. Y para comprobar este porcentaje, a un consumidor le bastaría ver las etiquetas de todos los productos en una tienda de electrodomésticos o textil.

"La posibilidad de que China cambie su sistema monetario y permita que el yuan se revalorice es ínfima. Sería difícil convencer a los chinos para que se traguen esta amarga medicina del libre mercado de una vez y rápido", explica en un informe el presidente del Instituto de Estrategia Económica, Clyde Prestowitz. "Además, si los chinos se benefician de su tipo de cambio, los consumidores estadounidenses también lo hacen de las importaciones baratas desde el país asiático. Y China, por si fuera poco, está usando sus dólares para comprar bonos de deuda estadounidenses que se emiten para financiar el importante déficit de EE UU", añade. Todos contentos.

La opinión de Prestowitz es compartida por Stephen Roach, el economista jefe de Morgan Stanley, y así lo dejó patente durante su comparecencia de hace un mes ante la Comisión del Congreso de EE UU que revisa las relaciones económicas con China. "La revalorización del yuan tendría un impacto mínimo en el volumen de las exportaciones chinas. Por contra, la apertura del mercado de capitales y la libre flotación de la moneda en el actual proceso de reforma del sistema financiero chino amenazaría la estabilidad del país y de los mercados mundiales", explica Roach.

Peticiones contradictorias

En 1998, en el peor momento de la crisis financiera asiática, EE UU y el resto del mundo desarrollados pidieron a China que mantuviese el control sobre su moneda para evitar el desplome de la región. Tras el desplome en 1997 del baht tailandés y la rupia indonesia, que se produjo en 1997, todas las divisas del sureste asiático se hundieron, y con éstas, los mercados bursátiles.

Los llamados "tigres asiáticos", tras cinco años de crecimiento alto y constante, se precipitaron a una recesión que hubiese durado mucho más si en ese momento la economía estadounidense no hubiese estado tan boyante o China hubiese cedido a la presión que en ese momento los mercados internacionales ejercían sobre su sistema monetario. A China le hubiese convenido devaluar controladamente el yuan para impulsar sus ventas externas y no lo hizo. Hoy se le pide a China exactamente lo contrario, a pesar del riesgo que supone.

"Cuando los ciclos políticos colisionan con los económicos, hay un riesgo de que la fricción entre los países se traduzca en un forma de proteccionismo como la normativa que se intenta aprobar en el Congreso estadounidense y que incorrectamente culpa a China del desempleo estadounidense. Es más, si EE UU no tuviese un gran déficit comercial con China, lo tendría igualmente con otro u otros países", reflexiona Roach. Por otra parte, muchos expertos creen que si no se pide a Japón que deje de intervenir para devaluar el yen para competir con más ventajas, entonces por qué China debería revalorizar su moneda y perder una ventaja competitiva importante.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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