Barbarie

Ya sé que lo fácil es desprestigiarla, pero la televisión permite acceder, aunque sea a través de un filtro manipulado y tendencioso, a imágenes que son el termómetro del mundo.

Guerra

Aunque nadie lo diría viendo El diario de Patricia, A tu lado, Cerca de ti o Sabor a ti, la televisión nos ha servido para ver la llegada del hombre a la Luna, la caída del muro de Berlín, los goles de Sotil o el húmedo contoneo de Sabrina Salerno, muy superior a los que se cuecen en el jacuzzi de Gran Hermano. La historia, pues, también sale en pantalla. Y el reto consiste en no confundirla con los anuncios de champú. Entre los conflictos que hemos ido siguiendo por televisión está la guerra entre Israel y Palestina. Resumen de lo visto en los últimos años: militares, muertos, niños mutilados, viudas, entierros, augures alzando amenazantes libros sagrados y ojos por ojos para dejar ciega a la humanidad.

Semiótica

No tengo formación para analizar el conflicto, pero, como simple espectador asustado, veo que cuando el atentado es en territorio palestino la cámara retransmite una urgente sensación de peligro. Cuando es en Israel parece que las condiciones para informar sean menos angustiosas. El paisaje también suele ser distinto: en Palestina, las calles no están asfaltadas y las casas son derribadas impunemente; en Israel, la barbarie está iluminada por una mezcla de sirenas y neones comerciales y suele haber testigos para dar fe de la ubicuidad del fanatismo. El dolor y la desesperación, no obstante, no distinguen ni la religión ni el origen, y allí están, desmintiendo cualquier intento de paz.

Eva al desnudo 5

Sonia, ex de Gran Hermano, volvió a A tu lado. Incomprensiblemente no la invitaron a El debate de La 2 titulado 'Fama a cualquier precio', donde Gustavo Bueno lució su expansiva retórica ante la resignación de un Luis Herrero menos suelto que en la radio. Sonia ha vuelto adosada a Umberto Janeiro, rey en el exilio de una tierra que lleva el oportuno nombre de Ambiciones. El supuesto montaje subraya el pánico de quienes ven peligrar su territorio ante la amenaza de los que vienen empujando fuerte. El personaje de Sonia, que tiene la dimensión irreal del formato en el que participa, recuerda a ese tipo de personas que, tras utilizar la adulación instrumental primero y el olvido ingrato después, se quedan sin más recurso que un despiadado instinto de supervivencia. No importa si Sonia está o no liada con Janeiro. Lo relevante es cómo explota incluso aquello que dice no haber hecho. Y lo más admirable es cuando se defiende de quienes la acusan de no tener principios. Se le hincha la yugular, enseña las garras y mira a sus acusadores con expresión de preguntarse cómo se atreven a meterse con ella cuando, en el fondo, pertenecen a su misma especie: mes semblables, mes frères.