Joaquín Secall, pintor
El pintor Joaquín R. Secall (Salamanca, 1947) falleció ayer en su ciudad natal, donde en los últimos años prácticamente se había recluido en su mundo interior de silencio, incluso en lo referido a su creatividad. Prácticamente, su última comparecencia artística individual fue la exposición que presentó en la sala de La Salina en 1993, aunque en 1998 compareció en la misma sala dentro de otra exposición colectiva de pintores salmantinos.
Joaquín Secall era profesor de dibujo en la Facultad de Bellas Artes y en la Escuela de Bellas Artes de San Eloy de Salamanca, porque se encontraba reconocido como un gran dibujante, como buen continuador de la tradición familiar, con su abuelo el arquitecto J. Secall -autor de notables edificios salmantinos- y su padre, notable caricaturista en los diarios de la ciudad. Creador muy temperamental, con gran peso en la producción artística de los estados de ánimo por los que cruzaba, perfeccionó su capacidad artística en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, adonde llegó a sus 19 años. Aunque su primera exposición, en 1969, se instaló dentro del estilo figurativo, no tardó en abordar los caminos que lo introdujeron de lleno en el campo del expresionismo, desde donde en 1975 saltó al abstracto, con la llegada de una explosión cromática que deja atrás su peculiar empleo de los tonos grises; tras un periodo de cinco años, regresó al expresionismo. "Fui un enamorado del dibujo hasta que logré dominarlo hasta sus últimas consecuencias", indicó al periodista Francisco J. Merino. "A partir de ese momento, lo abandoné completamente y fui deshaciéndolo con muchísimo respeto en aras de una mayor expresividad".
Joaquín Secall fue un pintor autoexigente y entre los amigos se señala que ha sido implacable con su obra, incluso con la destrucción de cuadros que no eran de su agrado.-
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