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¿Qué es "lo nuevo"?

El Partido Popular tiene razón. Las ideas de los socialistas son viejas. Lo son, dicen, todas las ideas de la izquierda. Es verdad, son ideas antiguas. Ellos, las derechas, fijan con modestia esa antigüedad en el siglo XIX pero en realidad son más antiguas. Son ideas que, como la misma voz democracia, procederían incluso de la Grecia clásica. Pero tampoco habría que adueñarse de toda esa historia. Ya en el mundo moderno esas viejas ideas de la izquierda son, implican puede decirse, las ideas de la Ilustración, de la razón ilustrada frente a la intolerancia, el fanatismo, la superstición, los dogmatismos religiosos, por la libertad de pensamiento, la ciencia, el pluralismo, el Estado entendido como institución civilizatoria. Son las ideas, libertad, igualdad, fraternidad, de la mejor Revolución Francesa. Después, las que inspiran desde ahí su efectiva realización, impulsadas por los movimientos obreros y los genéricamente socialistas... Ideas viejas, ideas antiguas...

Receloso de ellas, el Partido Popular se proclama hoy, una vez más, adalid de "lo nuevo". Y les echan en cara a los socialistas, a la izquierda, que nadie les diga lo viejas que son sus ideas; que, para que se enteren de una vez, nadie les haya explicado que es "lo nuevo". En estas breves líneas yo no pretendo dar total y perfecto cumplimiento a tan ímproba tarea. Pero para ilustrar a esas viejas gentes de la izquierda, intentando aclarar sus ideas, he rescatado de mi biblioteca un denso y sesudo libro (379 páginas) que lleva precisamente ese título: ¿Qué es "lo nuevo"? Consideraciones sobre el momento español presente. Pienso que nos podrá ayudar. Este libro no es tan viejo como los que leen los socialistas: es sólo de 1938; mi ejemplar, de 1940. Y lo escribió un prócer español, José Pemartín, de la señorial familia de los Pemán Pemartín, un hombre, por tanto, de quien las gentes del Partido Popular, sus padres incluso biológicos, sus antecesores en la configuración substancial (religiosa, nacional y demás) de esas sus nuevas ideas, me parece que no habrían de renegar: ni de su amistad ni de sus impagables deudas con él, con ellos, pues Pemartín no estaba solo.

¿Qué se dice allí en este gran tratado de "lo nuevo"? Por de pronto, que era algo muy siglo XX: ¿con las necesarias técnicas de readaptación, salvo orden en contrario, sería también muy siglo XXI? Todo ello frente al -¿recuerdan?- "estúpido siglo XIX". Pero dejemos más bien la palabra a nuestro (perdón, vuestro) autor. Después de tres enjundiosos capítulos sobre "lo nuevo negativo", "lo nuevo primordial" y "lo nuevo racional", escribe el gran especialista de la novedad: "Llegamos con la necesidad de la lógica y precisión de la matemática a la fórmula política de Lo Nuevo español" (...). "Ésta es -leemos allí- la única fórmula". Anotemos, inexorabilidad cientificista, pensamiento único, España y Anti-España, aunque por el camino la autocracia económica se trasmutara en privatizadora, en neoconservadora y neoliberal. "He aquí, pues, la solución -`lo nuevo´- del problema español. El fascismo, el absolutismo jurídico hegeliano, no sólo puede y debe darse en España, sino que es España la única Nación Europea donde cabe en sentido absoluto: porque nuestro fascismo, nuestro absolutismo hegeliano jurídico, ha de sustentarse necesariamente, como Forma, en una Substancialidad histórica católico-tradicional; es decir, fundamentada en la Verdad trascendente" (...). "Dándosenos la ventaja enorme sobre los tres fascismos de que el nuestro -afirma aquél- se impregnará así del fluido vital originario de la vida política; se sumergirá de nuevo en la fuente primitiva de la fuerza social; en el hecho religioso -subraya el propio Pemartín-, ese origen, raíz, como la ciencia ha demostrado, de toda formación político-social, en su más íntimo y profundo principio".

Desde ahí, concluye el definidor de "lo nuevo" y de la Nueva España: "Pero no solamente tiene España que adoptar, de acuerdo con las circunstancias, esta modalidad Fascista, sino que la ha tenido ya. Los fascismos italiano y alemán no han inventado nada para nosotros. España fue fascista con un avance de cuatro siglos sobre ellos. Cuando fue una, grande, libre y verdaderamente España, fue entonces: en el siglo XVI, cuando identificados Estado y Nación con la Idea Católica Eterna, España fue la Nación Modelo, el Alma Mater de la Civilización Cristiana y Occidental". Como vemos, algo aliviados, también ahí lo nuevo recurre a lo viejo, pero sólo a aquello que para aquél es esencial, la esencia de España como catolicidad. La única España, la única Nación, la única Religión...

Por supuesto que han cambiado los tiempos. ¿En qué medida es ya viejo o todavía nuevo lo que era "lo nuevo" de ayer? No es, creo, inútil demandarlo. Oímos hablar de ello todos los días, incluso con grave énfasis profético imperial. Estamos en democracia, tenemos la Constitución. Pero no juguemos a las patrias y a su apropiación / exclusión. No reduzcamos ni degrademos la democracia, la casa común en la que todos podamos dignamente vivir. No monopolicemos ni cerremos la Constitución. De lo viejo y de lo nuevo todos tenemos mucho que hablar y que aprender, también no poco que rechazar y que enmendar. Seamos prudentes y reconozcamos como autocrítica final que es verdad, sin embargo, que a todos les llega o les puede llegar su Pemartín.

Elías Díaz es catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

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