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Crítica:CANCIÓN | Dulce Pontes
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Crecer

Los músicos tocan la bellísima Cinema Paradiso hasta que aparece ella y canta las palabras que el poeta João Mendonça ha escrito para la melodía de Morricone. Fue la primera vez en la noche que Dulce Pontes puso esa cara de asombro ingenuo de Gelsomina/Giulietta Masina en La Strada. En realidad no presentó su nuevo disco, Focus -eso quedará para el próximo año, con el maestro italiano y orquesta-, y sí un nuevo espectáculo, probablemente el más sólido que haya ofrecido esta artista portuguesa que continúa creciendo.

No se olvidó de A brisa do coração y Canção do mar, pero las trajo envueltas en ropa más interesante. Se apoyó en el trabajo incansable de Stefanos Korkolis y, muy particularmente, cuando se quedaron ellos dos solos. Varios temas comenzaron con desarrollos instrumentales más largos de lo previsible y poco convencionales. Más cerca de una María João que de Rocío Jurado.

Dulce Pontes

Dulce Pontes (voz), Stefanos Korkolis (piano), Hubert-Jan Hubeek (vientos), Pedro Santos (acordeón), Filipe Lucas (guitarra portuguesa) y Hugo Correia (contrabajo). Palacio de Congresos. Madrid, 28 de octubre.

Hay un abismo entre aquella muchacha de vozarrón indómito y gestos algo toscos que aterrizó por primera vez en España hará diez años, recién salida casi de Eurovisión y del Casino de Estoril, y la señora cantante que ha venido ahora. Aunque ande tan sobrada de voz que a veces le cuesta no abusar.

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