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Crónica:FÚTBOL | Novena jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid se ofusca ante el gol

El equipo de Queiroz no puede con el Zaragoza tras un estupendo partido, áspero y vibrante

Santiago Segurola

El gol se da por supuesto en este Madrid estelar, con figuras en todas sus líneas y delanteros temidos en todo el planeta. Contra pronóstico, el gol se le resistió en La Romareda, donde se libró un duelo más que interesante. El Madrid empezó con algunas dudas y se las sacudió definitivamente en la segunda parte, con una excelente actuación y varias ocasiones para ultimar al Zaragoza. En dos de ellas estuvo Raúl, nueve años después de su célebre aparición en el fútbol. Las falló y por ahí se le escapó la victoria a su equipo, que se encontró con la tenaz oposición del Zaragoza, que jugó con la fe de los iluminados.

La aspereza presidió el partido de principio a fin, con un fútbol que despegó con toda su belleza en el segundo tiempo. Y siempre hubo vibración. Todo comenzó con el intempestivo recibimiento de Zidane a Soriano. Le pateó el tobillo con violencia y la gente se levantó en armas contra el francés, que tiene un ataque de matonismo por partido. Pero los árbitros han decidido que en el asunto de las faltas también hay zidanes y pavones. El astro francés salió sin amonestación del incidente, pero Pavón se ganó el tarjetazo poco después por una falta de medio pelo. Fue el damnificado del encuentro: se fue a la caseta en el segundo tiempo con la segunda tarjeta. El partido se puso destemplado muy pronto, con muchas patadas y un vigor considerable. El Zaragoza, que no pasa buenos tiempos, tiró por la directa. Acosó al Madrid con un espíritu que tuvo un efecto contagioso en la hinchada. Era el típico ambiente de los duelos bravos, de los que a veces el Madrid dimite sin avisar. Esta vez, no.

ZARAGOZA 0 - REAL MADRID 0

Zaragoza: Lainez; Rebosio, Álvaro, Milito, Toledo; Ponzio, Soriano; Galleti, Corona (Iñaki, m. 86), Savio (Cani, m.77); y Villa.

Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Helguera, Guti; Figo, Raúl, Zidane (Portillo, m.86); y Ronaldo (Solari, m. 77).

Árbitro: Mejuto González. Amonestó a Ponzio, Soriano y Helguera. Expulsó a Pavón por doble amarilla en el minuto 72.

Alrededor de 30.000 espectadores en La Romareda.

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La noticia estuvo en la titularidad de Guti, obligado a un ejercicio mental para cualquier futbolista. No es titular, ni suplente, o las dos cosas a la vez. No se trata además de un jugador cualquiera. Es uno de los mejores del Madrid, con todas las pegas que se le pongan a su carácter. En cuanto a recursos futbolísticos no admite dudas: a Guti le sobran. Su actuación fue irreprochable. Manejó el juego con claridad y precisión, a uno o dos toques, sin distraerse. Eficaz en la distribución, encontró tiempo para sacarse unos cuantos pases de categoría. Tampoco le hizo ascos al trabajo defensivo, noticia de primera en un jugador que no gasta fama de estajanovista. El Madrid tuvo a Guti, pero le faltó Zidane. Aunque dejó algún detalle, se sintió incómodo en una noche demasiado trepidante. Tampoco asomó Helguera, que le está dando vueltas a su nuevo puesto, como medio de cierre. El hombre, que se ha pasado la vida pidiendo carnet de centrocampista, tiene toda la pinta de defensa, y probablemente de los buenos.

El Zaragoza salió a todo trapo, con Milito en el equipo. Tenía su aquel observarle frente al Madrid y medirle frente a Raúl Bravo y Pavón. Lo cierto es que los tres funcionaron perfectamente, con Raúl Bravo en plan excepcional. Fue el mejor del Madrid en una noche muy exigente. Milito jugó con una intensidad fanática, jaleado por el público y muy mal ayudado por Toledo, que sufrió un calvario frente a Figo en el primer tiempo. Ligero y más rápido que en las dos últimas temporadas, Figo estuvo a punto de tumbar al Zaragoza en dos brillantes acciones. En el área contraria, Casillas pasó un rato muy malo en un mano a mano con Villa, delantero listo, de los que ponen a prueba a los centrales clásicos. Villa se retrasaba, o entraba por los costados con habilidad y buenas maneras.

Todas las oportunidades posteriores del Zaragoza llegaron en remates de media y larga distancia. Savio pasó desapercibido, lo mismo que Galletti por el ala derecha. Al equipo le funcionaron mejor los centrocampistas, gente laboriosa que trabajó a destajo en la recuperación de la pelota. El partido tenía tanto trajín que Corona, el más fino de los medios locales, dedicó la mayor parte del tiempo a perseguir jugadores madridistas. Le quedó tiempo, sin embargo, para dejar algunos de los detalles que le hicieron uno de los juveniles más cotizados del fútbol español. Aunque de juego no estuvo sobrado, al Zaragoza no le faltó fe y combustible. El equipo se dejó la vida hasta el último instante.

Por si la historia está obligada a repetirse, Rául tuvo la victoria del Madrid en dos jugadas que recordaron otra noche, la de su debut en Primera, en el mismo escenario, por cierto. Como entonces, Raúl dispuso de dos oportunidades clamorosas, sobre todo en el mano a mano con Laínez en el segundo tiempo, con el Madrid a toda máquina. Raúl, que suele actuar automáticamente en el área, se pensó demasiado el remate y se encontró con el portero encima. Poco después, Toledo remedió su mediocre noche con la intercepción de un cabezazo del delantero madridista. Fueron los momentos más significativos de un partido estupendo, con dos equipos en su ley. Al elegante Madrid no le faltó sacrificio y energía. Al Zaragoza no le sobró fútbol, pero fue un ejemplo de determinación y pujanza.

Figo trata de alcanzar el balón entre Álvaro y Toledo.
Figo trata de alcanzar el balón entre Álvaro y Toledo.EFE

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