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Columna
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Octubre

Si éste fuera un país normal, tendríamos a octubre como algo más que el mes de las prealertas. Pero los nuevos modales de la mayoría absoluta no han llegado tan "lejos" como para reconocer y respaldar el encuentro de Saó, o unos Premis Octubre que desde hace 32 otoños reúnen en Valencia a una importante colección de intelectuales . Esta vez han tratado del franquismo y la represión, de arte, sexo y literatura, de ciencia y sociedad, de cine, televisión y rock and roll. A sumar las actividades en torno a la figura y la obra de Antoni Tàpies, el encuentro de escritores, la presentación de novedades editoriales y el tradicional Sopar, con la entrega de premios de ensayo, poesía, narrativa, teatro (nuevo) y periodismo.

Ocurre además que se ha cumplido otro aniversario con número redondo: en pleno ferragosto salía a los kioscos el número mil de El Temps, un semanario por cuyo futuro nadie daba un duro hace 20 años. Lo contó el editor en un acto con pocos pero representativos invitados, lejos de la formalidad que había conferido en Barcelona la presidencia del propio Pujol. Decía Eliseu Climent que al anunciar el nacimiento de una revista en vernáculo, y con sede central en Valencia, más de uno le llegó a preguntar que para cuándo tenían previsto el cierre.

Esta sociedad hizo en castellano su peculiar transición a la "democracia informativa" (exigencia del mercado para vender ejemplares, alegaban las empresas), y ni aún así pudo, o quiso, o supo mantener con vida sus cabeceras más progresistas. La supervivencia de esta rara avis (que encima hace planes de expansión) se debe a su legendaria austeridad y a que se distribuye (con perdón) por todos los Països Catalans. Pronto tendrá lugar un encuentro para analizar los medios de comunicación que utilizan la muerta-viva, pero ya se ve que el panorama es descorazonador, a excepción quizá de El Punt y algunas islas locales y comarcales. Por eso dije y sostengo que El Temps, más que en un aperitivo, debería haber apagado las 1.000 velitas con un solemne Te Deum. De puritito milagroso.

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