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Reportaje:

Un capricho exquisito

Andrade, una apuesta personal de Lendoiro, revoluciona la defensa del Depor y permite a Irureta tomarse mayores alegrías defensivas

Xosé Hermida

Llevado de una vieja precaución, Javier Irureta es de esa clase de entrenadores siempre reacio a repartir elogios entre sus futbolistas. Por eso llamaba la atención oírle en el verano de 2002 comentar las impresiones que le estaba causando Jorge Andrade, un central portugués que le había fichado el presidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro, sin que el técnico tuviese demasiadas referencias de él. Meses atrás, Irureta le había dicho a Lendoiro que las necesidades más acuciantes del equipo estaban en la defensa, y le propuso para fichar algunos nombres conocidos. El presidente le trajo un futbolista del que se sabía poco fuera de Portugal. Cuando lo vio en acción, Irureta quedó prendado.

Andrade no sólo fascinó a Irureta ese verano de 2002. Entre los periodistas y los aficionados que seguían las pachangas de pretemporada también se corrió la voz. Por fin, el Depor había encontrado la pareja que necesitaba el indiscutible Naybet. Un defensa de verdad, rapidísimo, de físico fibroso y flexible, de esos que siempre están pendientes de anticiparse a la acción del delantero y capaz de quitar pelota al contrario con cualquiera de las dos piernas. Muchos empezaron a darse cuenta que a Lendoiro no le había la ventolera el día que decidió pagar al Oporto casi 12 millones de euros, un récord en el fútbol portugués, por aquel descendiente de africanos nacido en los alrededores de Lisboa en 1978 y criado en la cantera del modesto Estrela Amadora.

Pero Andrade fue visto y no visto. Se rompió un dedo del pie al empezar el campeonato, no volvió a jugar hasta principios de este año y el descubrimiento fabuloso que se intuía durante el verano quedó en poca cosa. El Depor siguió arrastrando los problemas defensivos que le aquejaban. A Donato se le paraba el reloj, ninguno de los centrales fichados en sucesivos intentos -César, Djorovic y Pablo Amo- acababa de cuajar y las lesiones incluso obligaron a Irureta a convertir en centrales a dos defensas de banda, Héctor y Romero.

Por primera vez en bastante tiempo, el Depor no fichó este verano a ningún central. Ni falta que hacía. Allí estaba Andrade, entrenándose al mismo ritmo que todos, completando una pretemporada normal, sin necesidad de subirse al tren a medio camino, como en el curso anterior. Con tiempo y partidos, Andrade ha demostrado que lo del verano de 2002 no fue un espejismo. El portugués no sólo ha contribuido a mejorar espectacularmente el rendimiento defensivo de un equipo que ha encajado cinco goles en los siete primeros partidos de Liga, cuando la temporada anterior ya había recibido 12 a estas alturas. Con Andrade acompañando al ya ha acreditado Naybet, el Depor también es un equipo más dispuesto al ataque, que no tiembla por alejar su defensa del área y achicar terreno hacia delante. Fuera de A Coruña, algunos ya han tomado nota. Luis Suárez, secretario técnico del Inter, invitó a cenar hace unos días a su representante. Difícil misión como quiera ficharle. Lendoiro no se desprende tan fácilmente de sus caprichos exquisitos.

Andrade.
Andrade.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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