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David Carradine aterriza en la Mostra con 'Bala perdida'

El actor participa en una película valenciana

El actor norteamericano David Carradine aterrizó ayer en la Mostra de València para presentar la película Bala perdida y, de paso, dar un poco de alegría a un festival que, a un día de su clausura, ha ofrecido muy poca calidad en su vertiente cinematográfica y muy pocas caras conocidas para el gran público. Sólo Stanley Donen, que abandonó Valencia ayer por problemas de salud, y Carradine han coloreado un certamen marcado por la austeridad.

Una película pequeña, Bala perdida, para un actor que espera repetir la resurrección laboral que ya protagonizó John Travolta cuando trabajó con Tarantino en Pulp Fiction. David Carradine (Hollywood, 1936) abandonó por unas horas la promoción internacional de Kill Bill para acercarse por la Mostra de València y dar su apoyo a "una de mis películas favoritas", según confesó. Se titula Bala perdida y la ha dirigido el joven valenciano Pau Martínez, uno de los "jóvenes talentos europeos con los que me gusta trabajar, porque ya que David Lean y John Huston han muerto, ahora sólo quiero hacer películas con gente que pueda aportar cosas", en una declaración de principios de Carradine que sólo tiene una excepción: Kill Bill. "A pesar de que prefiero las pequeñas producciones, donde cuenta más la voluntad y el trabajo, la hice porque me pareció que era una película maravillosa y así lo es", dice el actor. Pero, antes, hubo de someterse a un entrenamiento durísimo "durante tres meses, ocho horas diarias y cinco días a la semana, casi como si me preparara para los Juegos Olímpicos, en los que me apasioné por las tácticas de samurais".

Pero antes de Kill Bill fue Bala perdida. Carradine, una persona enormemente supersticiosa, recibió un día el guión que le mandó el productor y actor Jorge de Juan y, después de leerlo detenidamente, aceptó trabajar en una película hecha "por gente muy humana", como define el actor a De Juan y Martínez. "Yo no hago como Michael Caine, que sólo trabaja en películas en las que hay gente importante dentro, sino que me leo los guiones y, si me apasionan, los acepto". Firmó el contrato a sabiendas de que era su película número 100, "y me ha dado mucha suerte, porque inmediatamente después comenzaron a lloverme las ofertas, entre ellas la de Tarantino", confiesa quien se convirtió en uno de los actores más populares de la década de los setenta gracias a su papel en la mítica serie televisiva Kung Fu.

"Hay mucha gente que todavía se dirige a mí para decirme que aquella serie le cambió la vida y estoy orgulloso de haberla hecho", afirma quien tras el éxito vivió una lenta decadencia de la que espera salir a partir de su trabajo con Tarantino: "Pasé 20 años haciendo películas con menos éxito, pero espero que a partir de ahora todo cambie", dice tras recordar que también ha trabajado con gente como Hal Hashby, Martin Scorsese o Ingmar Bergmann.

"Yo he hecho películas con directores famosos y con otros que luego se convirtieron en famosos", dice Carradine, "y entre ellas hay seis o siete que han quedado en la memoria del espectador. Espero que Bala perdida sea una de éstas". De momento, la cinta de Pau Martínez ha sido una de las que más expectación ha levantado en una Mostra que ha ofrecido un nivel de calidad muy bajo. No sólo en la sección oficial, en la que, a falta de la presentación de dos filmes, sólo la italiana Capo Nord, de Carlo Luglio, y la española Desnudos, desnudos, de Chumilla Carbajosa, han despuntado, sino en el resto de ciclos, la mayoría de ellos muy reducidos.

En el capítulo de estrellas internacionales, uno de los atractivos de la Mostra en anteriores ediciones, la presencia de Stanley Donen como presidente del jurado internacional pasó casi inadvertida para el público valenciano, ya que el delicado estado de salud del codirector de Cantando bajo la lluvia lo obligó a permanecer recluido en su hotel durante la mayor parte de su estancia en Valencia. Donen partió ayer hacia Estados Unidos, al mismo tiempo que llegaba Carradine dispuesto a relanzar su carrera con un filme autóctono.

David Carradine, con el niño José María Gómez, en la presentación del filme.
David Carradine, con el niño José María Gómez, en la presentación del filme.SANTIAGO CARREGUÍ

Un amante de Shakespeare

La mayoría de la gente identifica a David Carradine con los personajes que ha interpretado en la pantalla. Sobre todo con aquel "pequeño saltamontes" que le dio fama mundial y le granjeó una imagen de vaquero espiritual que le ha acompañado a lo largo de su carrera.

Pero el actor californiano es, además, un amante del teatro de Shakespeare, un autor que ha interpretado 11 veces en los escenarios americanos, aunque, curiosamente, ninguna en el cine. Ésa es una espina clavada en el corazón de este hombre de lentas cadencias que aspira a hacer algún día Marco Antonio y Cleopatra, porque, como él dice, "el cine americano está lleno de Hamlets, pero carece de un buen Rey Lear o una adaptación de Marco Antonio y Cleopatra". Sólo ve un problema a ese sueño: "No sé quién podría interpretar a Cleopatra entre las actrices americanas, porque quizá sólo Cher da la imagen", apostilla, entre risas, este amante del cine europeo que, en los inicios de su carrera, vio en Nueva York las películas de Godard, Truffaut o Bergman y se dijo: "Éste es el cine que yo quiero hacer". Lo hizo en ocasiones, pero Shakespeare nunca llamó a su puerta.

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