Palencia, otra vez

A pesar de no haber tenido casi repercusión en ningún medio nacional, un nuevo drama social y económico ha tenido lugar en la ya castigada de por sí provincia de Palencia.

El cierre de la factoría de Azucarera Ebro, SL, en Monzón de Campos, ha supuesto un mazazo para cientos de familias. Un sector que estaba muy enraizado en la comarca, en el que agricultores, hosteleros y otro tipo de profesionales tenían un futuro asegurado, se ha esfumado. Tras innumerables y frecuentes rumores de cierre, que nunca llegaron a materializarse, casualmente, pasadas las elecciones autonómicas, la empresa acordó el cierre con la Junta de Castilla y León y con algún sindicalista agradecido.

Este hecho termina con una comarca, y ya no sólo es que afecte a 150 empleos directos y otros centenares de empleos indirectos, lo grave y triste es que se trata de la constatación de un cáncer que desde hace algunos años afecta a la Comunidad de Castilla y León en general y a la provincia de Palencia en particular.

En estos momentos de profunda tristeza, ya no sólo por el fondo, sino por el modo (me toca muy de cerca), no entiendo ni quiero entender de cupos remolacheros, de planificaciones estratégicas o de producciones de azúcar, lo único que sé es que deja en la estacada a muchas familias, que se producen pequeños dramas familiares y que me da la sensación de que esto no va a ser reemplazado por nada. Esto no puede seguir así.