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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El condón pasa

Amigos y amigas de ambos sexos, quiero romper una lanza, o mejor dicho; un preservativo, a favor del cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio de Familia. Se le está vilipendiando de manera terrible. Este gran hombre, hablando por boca del Vaticano, ha dicho que el virus del sida puede atravesar los condones. Los de la OMS se han enfadado un poco. Alegan que la epidemia ya ha infectado a 62 millones de personas, y que los estudios científicos demuestran que el preservativo es eficaz para evitar el contagio, como para que nos vengan otra vez con lo mismo.

Comprenderán que no tenga más remedio que ir a visitar a los fabricantes de preservativos RSFU, en Castelldefels, para hacer unas comprobaciones. Elijo esta fábrica no porque sea sueca, ni porque venda condones a la Generalitat, que, a su vez, los reparte entre los ayuntamientos, que a su vez los reparten entre los jóvenes. La elijo porque somete a sus preservativos a pruebas más extremas que las que exige la normativa de la Comunidad Europea. (La Comunidad Europea, siempre tan quisquillosa, sólo por molestar a don López Trujillo exige unas pruebas muy severas a los fabricantes). Me recibe la jefa sueca, Jane Hakansson, y enseguida me enseña las existencias de sus productos más vendidos: el preservativo Black jack, de color negro (para amantes del intercambio cultural), el Nam-nam, con aroma a fresa (el aroma que tiene más salida), y el Okeido (el preservativo de talla grande). Luego, me demuestra las perrerías a las que someten a sus productos antes de envasarlos, para que lleguen así de frescos a nuestra mesa. En primer lugar, los exponen a 20 litros de aire por explosión (la CE exige 18). Una vez superada la explosión, toca la prueba de envejecimiento artificial, que correspondería a cinco años de almacenaje. Para ello encierran al adminículo a una temperatura de 70 grados centígrados durante 168 horas (la CE exige 48). Ya tenemos al preservativo envejecido y con el test de explosión hecho. Pero, por si acaso, después de la prueba de envejecimiento, les vuelven a enchufar otra explosión. Y para finalizar, toca la prueba de tracción: se coloca el preservativo en un aparato que lo estira el 700%.

Los condones se someten a diferentes perrerías antes ser envasados: test de explosión, envejecimiento artificial o prueba de tracción

Jane asegura que sólo uno entre un millón se rompe al ser usado. Pero está en nuestras manos procurar que se rompan un poco más. Hay sistemas que no fallan. Y uno de ellos es abrir el paquete con la boca. (Si llevamos un corrector dental, las posibilidades se multiplicarán). Claro que los paquetes de preservativos se abren con gran facilidad, precisamente para que nadie tenga que hacerlo con los molares, pero siempre habrá algún ansioso. También se podrían romper a base de uñas afiladas o anillos. Pero si ni de esta manera lo consiguiésemos, hay un sistema que no falla: depilarse el pubis. En serio. Jane dice que una de las principales causas de rotura preservativa es la depilación púbica. Hombres y mujeres nos depilamos el pubis (o nos rasuramos, si somos cobardes) más que nunca. Eso significa que el pelo, cuando crece, lo hace con un brío espectacular y con la textura de un alfiler. Frotar el preservativo contra esa zona es como frotarlo contra una piedra pómez. Y eso es la principal causa de embarazo no deseado. ¡Aleluya!

Pero Jane me da otro dato revelador. Y para explicárselo a ustedes, se lo dramatizo, que siempre me quedará más apañado. Lunes por la mañana. Interior de un centro de planificación familiar. "Hola, que venimos a por la 'píldora del día siguiente", murmura el chico, de unos 17 años. "¿Qué os ha pasado, que no habéis usado condón?", les pregunta la persona de la ventanilla. "Sí, sí...", balbucea la chica, de la misma edad. Él, nervioso, mira al suelo: "Sí, sí, claro. Sí que lo hemos usado... Es que se nos ha roto". La persona encargada chasquea la lengua, de manera que usted, lector, ya habrá entendido que lo que cuentan los dos protagonistas es mentira. Jane dice que la mayoría de jóvenes que acuden a un centro de planificación familiar a por la "píldora del día siguiente", explican que se les ha roto el preservativo porque les da menos vergüenza que decir que no lo han usado. Cuando la persona que atiende les pregunta cuál era la marca del condón, invariablemente, contestan "Dúrex" o "Control". Son las dos que más les suenan. Por ser las más populares, estas dos marcas cargan con una estadística de errores imposible: casualmente, uno de cada dos preservativos Dúrex o Control se rompe. Eso sí, siempre en fin de semana.

Con estos datos, les parecerá que las afirmaciones de López Trujillo no hay quien se las trague, y que no hay manera de romper una lanza o preservativo a su favor. Pues no vayan tan rápidamente. Creo que López Trujillo no pretende hablar con argumentos científicos. Hay que tomarse sus palabras como un dogma de fe. Y los dogmas de fe, todo el mundo lo sabe, no tienen que ser demostrados. Que los preservativos permiten el paso del virus del sida es algo que se cree o no se cree. Así que, prostitutas, clientes de prostitutas, habitantes de países subdesarrollados, jóvenes con ganas de marcha y población fornicadora en general: tengan fe. Con paciencia y mucha fe, terminarán por contagiarse.

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