La crisis de Vigo pone en peligro los pactos que PSOE y BNG mantienen en Galicia hace 10 años

La alianza que el PSOE y el Bloque Nacionalista Galego (BNG) han mantenido en Galicia durante la última década se encuentra al borde de la ruptura. La crisis estalló en Vigo, la primera ciudad de Galicia, donde el alcalde, Ventura Pérez Mariño -independiente en las listas del PSOE-, expulsó del gobierno municipal a los concejales nacionalistas, y ha tenido una respuesta fulminante. El BNG amenaza con desvincularse de los pactos suscritos en medio centenar de municipios y permitir que el PP gobierne en la Diputación de A Coruña, la única de Galicia al alcance de la izquierda.

Todas las expectativas que la crisis del Prestige había alimentado en la oposición gallega se han ido al garete en pocos meses. La multitudinaria reacción social a la catástrofe ecológica situó al PP contra las cuerdas y contribuyó a recomponer las deterioradas relaciones entre socialistas y nacionalistas. Pero los resultados de las municipales de mayo han tenido efectos disolventes.

El PP asimiló sin traumas su retroceso en las urnas, que benefició principalmente al PSOE. Y las viejas diferencias entre socialistas y nacionalistas para entenderse en los ayuntamientos -dominan en la inmensa mayoría de los municipios de más de 20.000 habitantes- han estallado con más aspereza que nunca.

La semilla de la discordia vuelve a ser Vigo. Ambas fuerzas ya habían mantenido una turbulenta convivencia los cuatro años anteriores, con el nacionalista Lois Pérez Castrillo como alcalde. Las municipales invirtieron la relación de fuerzas en la izquierda, y el pacto dio la alcaldía al ex juez Pérez Mariño, fichaje estrella del PSOE.

El pacto ha quedado roto en cuatro meses. Pérez Mariño destituyó el jueves de sus cargos ejecutivos a los ediles del BNG por haber impuesto, con el apoyo del PP, a su propio candidato para la Gerencia Municipal de Urbanismo. Los nacionalistas respondieron el sábado, tras reunir su ejecutiva. Amenazan con desvincularse de los acuerdos en el conjunto de Galicia y con no apoyar al candidato del PSOE a la Diputación Provincial de A Coruña, todavía pendiente de constitución, lo que dejaría a la izquierda sin su principal conquista en los comicios de mayo.

Recomposición difícil

En lo que supondría un giro radical, el BNG ha insinuado que no descarta un entendimiento con el PP en Vigo. El todavía líder de los nacionalistas, Xosé Manuel Beiras, que abandona el cargo en un mes, dio por concluido cualquier diálogo con el PSOE "hasta que no se normalice la situación en Vigo". El resto de la dirección, incluido su probable sustituto, Anxo Quintana, le respalda. "No es un arrebato", advirtió ayer un portavoz de la ejecutiva nacionalista. "El PSOE trata de arrinconarnos para presentarse como única alternativa al PP. Estamos dispuestos a abrir una nueva etapa política".

Los socialistas rehuyen, de momento, la confrontación verbal. El líder del PSdeG, Emilio Pérez Touriño, se limitó a reclamar al BNG "serenidad y responsabilidad", mientras su secretario de organización, Antón Louro, ofrecía diálogo para reconducir la crisis en Vigo y "no trasladarla a otros lugares". Sin embargo, dirigentes socialistas reconocen en privado la dificultad de restablecer las relaciones en la primera ciudad de Galicia. El BNG exige que Pérez Mariño dimita "por ética", ya que fue elegido gracias al apoyo nacionalista cuando el PP era la lista más votada. El alcalde ni abandona ni rectifica. "He tenido demasiada paciencia", asegura en una entrevista a Faro de Vigo. "Debí plantear la ruptura el primer día. Es imposible mantener un gobierno cuando no hay una mínima lealtad y confianza".