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Reportaje:PERSONAJES

En nombre de su mujer

El cubano 'Pipín' Ferreras bate el récord de submarinismo, a la máxima profundidad de 170 metros, justamente un año después de la muerte de su esposa tras descender a los 171

Nadie ha sido tan grande como él después de los legendarios Jacques Mayol y Enzo Maiorca, inmortalizados en el cine en El gran azul. Sólo el italiano Umberto Pelizzari le hizo algo de sombra en los últimos años. Forma parte con todos los méritos del póker de ases de los abismos acuáticos, esa serie de personajes a caballo entre la locura, la ciencia y el deporte. El cubano Francisco Pipín Ferreras, de 41 años, acaba de superar otro récord asombroso. Descendió a pulmón libre, en la modalidad de ascenso variable absoluto, hasta 170 metros en aguas de la bahía de Cabo San Lucas, en el Pacífico mexicano. Superó por 8 metros los 162 que había conseguido en Cozumel, en el Caribe, en 2000. Bajó con un lastre y subió con la ayuda de un balón hinchado.

Pipín lo logró el pasado día 12, una fecha trágicamente señalada para él, pues un año antes murió su mujer, la francesa Audrey Mestre, a los 28 años, cuando intentaba descender a 171 metros en aguas de La Romana, en la República Dominicana. Días antes, en los entrenamientos, había bajado a 166 y 170. Quería batir el récord absoluto, incluso el de su marido, que la apoyaba y entrenaba una vez más en el intento. Ya había superado varios récords desde que se conocieron a principios de los noventa y se instalaron en Miami. El anterior lo había conseguido en 2001, sumergiéndose a 130 metros, en aguas de Fort Lauderdale, unas millas al norte de la capital de Florida.

Pero en su nuevo intento, un fallo en el inflado del balón que debía ayudarla a subir a la superficie fue el detonante de la tragedia. La investigación posterior demostró que la escasa presencia de submarinistas de apoyo en los tramos del recorrido precipitó el desastre. Hasta el propio Pipín, en un intento desesperado por sacarla a la superficie, se sumergió casi 50 metros y la recogió personalmente. Pero habían pasado ya 8m 40s, una enormidad para la supervivencia de cualquier ser humano en apnea (el récord estático apenas supera los 8 minutos), y los intentos por reanimarla cuando salió del mar ya desmayada fueron inútiles. El propio Pipín, que descendió hace dos años para superar su anterior récord, a 162 metros, con el que superaba los 150 anteriores de Pellizzari, tardó 3m 12 solamente en volver a la superficie. Ahora, en su último récord hasta los 170, incluso invirtió menos, 2m 40s.

El debate sobre la muerte de Mestre se reabrió este mismo año, el 21 de julio, con el gran récord logrado por Tanya Streeter, británica nacida en las Islas Caimán, en la modalidad de ascenso constante, sólo con la ayuda de las aletas, sin balón. Descendió en las islas Turks and Caicos a 122 metros y no sólo batió el anterior récord de la cubana Deborah Andollo, que tenía en 95, sino también, por primera vez, el masculino, que poseía el belga Patrick Musimu en 120. Y Streter dijo que la gran diferencia entre sus intentos y el de la tragedia había sido el número de submarinistas de asistencia para prevenir alguna desgracia. Precisamente tiene en 160, desde el 17 de agosto de 2002, el récord que le quiso batir Mestre apenas dos meses antes. "Yo tuve 14 ayudantes y ella sólo tres", señaló.

Pipín, que sigue viviendo al norte de Miami Beach, ha comercializado absolutamente su dedicación a las inmersiones y como muchos de sus colegas se ha implicado en múltiples proyectos de televisión y cine con la pretensión de sacar un rendimiento económico a un deporte que todos justifican con razones científicas sobre los límites de la resistencia humana. Pero bastantes de sus conocidos y familiares, para explicar sus "locuras" submarinas, dicen de él que está "algo mal de la cabeza". Nació en Matanzas, cerca de Varadero, en la costa norte de Cuba, país que abandonó cuando vio que no podía seguir con su sueño al más alto nivel, ya que necesitaba patrocinadores y profesionalizarse. En 1987 logró ya su primer récord.

Pipín ha dedicado su vida a esta pasión subacuática y la muerte de su mujer, en contra de lo que podría pensarse, no le llevó al abandono. "Fue un terrible accidente", sólo dijo. Y en lugar de lamentarse, ha bajado él como homenaje. Al salir a la superficie, esparció unas flores como recuerdo. Tanto el récord como sus preparativos fueron filmados por un equipo del director cinematográfico James Cameron. La actriz Salma Hayek fue uno de los testigos. El espectáculo continúa.

Ferreras, abrazado por sus suegros, tras arrojar las cenizas de su mujer a las aguas de Miami una semana después de la tragedia.
Ferreras, abrazado por sus suegros, tras arrojar las cenizas de su mujer a las aguas de Miami una semana después de la tragedia.AP

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