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VISTO / OÍDO
Columna
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El Papa, los anglicanos y otros así

Dijo el papa Wojtyla, en sus bodas de plata, que Dios le manda continuar: no todo el mundo puede tener esa excusa cuando le jubilan a la fuerza. Él habla con su jefe directo, sin intermediarios, que si quiere retirarle tiene formas fulminantes. En 25 años, este Papa ha conducido a la Iglesia católica al conservadurismo, apoyado en el Opus Dei; estemos orgullosos de que sea una secta española que puede seguir el día en que Dios elimine a Wojtyla; lo deja todo atado y bien atado. No es peor que los anglicanos, que acaban de oponerse rudamente a que su rama episcopaliana americana consagre obispo a un homosexual: "El futuro de la comunión está en peligro", dicen en Londres. Es natural que las religiones sean fuertemente conservadoras: su futuro está en su pasado. Las viejas leyendas van cayendo a medida que el hombre es más sabio o tiene mejor información. Los musulmanes suicidas que matan con fruición por su Dios y por ir a reunirse con cuatro o cinco mil huríes; los judíos que asesinan día a día, lentamente, al pueblo palestino por la Tierra Prometida necesitan su pasado.

El entusiasmo que despiertan no debe ser enteramente religioso. Muchos se dan cuenta de que el exceso de religiosidad se corresponde con un exceso de dominio político: Bush reza todos las mañana y después manda arrasar países. Y firma penas de muerte federales, y las firmó estatales cuando fue gobernador: incluso en cifras más altas que otros. Y es que no se sabe bien cómo servir al Señor. Yo no tengo grandes dudas: una religión que fundó un condenado a muerte y ejecutado no puede basarse en esa miseria. Jesús fundó un movimiento político contra el ocupante y los colaboracionistas israelíes que quería revolucionar sin matar y que, como es costumbre, fue asesinado y traicionado: convertido en religión, aplazada la justicia social para después de la muerte, que es la peor trampa que se puede tender a los pueblos. Temo que hoy estas siniestras acciones religiosas de judíos, moros y cristianos estén otra vez de moda, y la celebración de Wojtyla en España muestran que éste es un país predilecto de Dios y de la televisión, que es su verdadera vicaría. Empezarán a quemar ateos: hace poco, les fusilaban.

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