Ramón Leal se sumerge en la era dorada de la 'bossa nova'
El músico publica el disco 'Cordas e metais'
Ramón Leal (Madrid, 1954) se halla en una posición insólita. El cantante, guitarrista y teclista no será invitado a aparecer en Operación Triunfo, pero sus discos se distribuyen en países donde no saben quién es David Bisbal; así, en Japón es artista de Sony Music. Leal ha encontrado una fórmula única: como demuestra en Cordas e metais (Siesta, 2003), se ha especializado en recrear joyas poco conocidas de la bossa nova en sobrias versiones puristas.
"Mi mundo musical favorito es Río de Janeiro en el año 1962, cuando la bossa mantenía el recogimiento de João Gilberto y no había entrado el virtuosismo. No copio: toco lo que yo hubiera hecho de haber vivido como músico adulto aquel momento", afirma Ramón Leal. Recuerda que perdió interés por el pop "hace 30 años, cuando empezaron a salir lo que entonces me parecían payasadas, T. Rex y todo el glam". Siguió un aprendizaje de músico de orquesta y "años dando el pego como jazzman. Hasta que, vía Tom Jobim, me enamoré de la estética de la primera bossa, todo muy limpio y económico, dejando margen a la imaginación. No sé si tuvo que ver con mi situación personal: cuando empezó a bajar la demanda de música en vivo, me acostumbré a vivir con lo mínimo".
Acompañar a Astrud Gilberto en una gira de 1982 fue una revelación. Más recientemente, se fue instruyendo con bossadependientes como el locutor Rodolfo Poveda y Eduardo Bravo, editor de Serenidade, un pulcro fanzine consagrado a la bossa nova. A finales de los noventa, formando grupo con la vocalista Beatrice Binotti, llamó la atención de Siesta, discográfica madrileña especializada en pop elegante, cultivadora de una estética férreamente sofisticada: "Llegamos al acuerdo de que me convertiría en productor para sus discos conceptuales si me permitían sacar mis cosas de bossa. He hecho para ellos media docena de discos, incluso inventando una cantante llamada Rita Calypso, que ha tenido bastante éxito y ahora reaparecerá. Y he sacado cuatro discos brasileños que funcionan bien en sitios como Filipinas o Japón".
Su último trabajo, Cordas e metais, se ha grabado, como es su costumbre, en su casa de Algete, adonde acude cada músico en solitario: "Se trata de un proceso muy preciso. Desarrollo los arreglos por el sistema MIDI y voy reemplazando los sonidos sintéticos con instrumentos de verdad. Puedo tirarme tres meses con un disco, pero consigo un sonido muy cálido. Participan bastantes músicos hispanoamericanos, aunque no brasileños, con la excepción del guitarrista David Tavares, que conmigo toca el pandeiro".
La devoción de Leal y Siesta por la era dorada de la bossa les ha llevado a contar con el diseñador César G. Villela, que era portadista de la histórica compañía carioca Elenco: "La verdad es que los brasileños se quedan muy desconcertados con mis discos. Les gusta mi acento, aunque no sea tan perfecto como el de Ana Laan, que hace las voces femeninas. Curioso, ahora hay una cantante brasileña, Ana Caram, que está siguiendo una línea similar a la mía. No tengo demasiados complejos: la bossa se convirtió en lenguaje universal a partir de los años sesenta, mientras que la música brasileña ha evolucionado por otras sendas".
Y no, Ramón Leal nunca ha visitado Brasil: "Aparte de que siempre haya sido un hippy, sin dinero para hacer turismo, me da mucho miedo. Me empiezo a animar y ¡zas!, me entero de que han asesinado a Almir Chediak, el hombre que mejor me enseñó los secretos de la bossa. Era un guitarrista que editó muchos libros de partituras donde desmenuzaba las particularidades de los grandes compositores e intérpretes. Le asaltaron cuando estaba con su novia, quiso defenderla y le mataron".
Babelia
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