Palabras de ministro

Acebes no pasará a la historia como un émulo de los célebres Sherlock Holmes o Hércules Poirot. Ni siquiera como un sagaz lector de novelas negras.

El responsable de la "seguridad" del Estado pudo decir sin sonrojarse que Dolores Vázquez poseía un "perfil delincuencional verosímil" mientras aludía al verdadero asesino como un señor que se había "normalizado" (¿?).

Elevó a categoría de juicio sus propios prejuicios homófobos y lanzó un discurso pueril y falto de todo elemental sustento. Prejuicioso y esperpéntico. Se deduce que de un heterosexual no cabe esperar un comportamiento delictivo, pese a la ola de crímenes contra las mujeres que se abate sobre España.

En cambio, la falsa culpable tenía un móvil: la venganza contra la madre de la víctima. ¿Lesbiana y asesina? El despropósito de la actuación del Estado ha transcurrido desde el "olvido" de difundir la información de Scotland Yard, la descoordinación entre mandos de la Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía, la actuación de la fiscalía y finalmente el jurado popular. Y como el hilo se corta por lo más delgado, el ataque ministerial fue a este último obviando lo anterior.

La tónica del Gobierno ante sus propios errores y desaguisados es atribuirlos a otro, nunca a sí mismos. La falta de autocrítica, la escasa responsabilización por sus actos, o la defensa a ultranza hasta el extremo del absurdo es moneda corriente. La impunidad ante lo dicho ya cuenta con algunas auténticas perlas como la afirmada por el ministro.

No aplicar los argumentos a la razón y al conocimiento específico del tema y sí a los prejuicios deja a los ciudadanos en la mayor inseguridad.

Asistimos a un progresivo ataque a la razón, la cultura y la inteligencia. No por ser ministro cuando uno se equivoca tiene razón.

Suele ser muy útil aprender a pensar más allá de los prejuicios.