Una apuesta personal de Alberto Puig
Pedrosa no había pilotado aún una moto con marchas cuando Puig le descubrió a los 13 años
"Ví que iba a ganar, que tenía el título en la mano, que no se me podía escapar", confesó Dani Pedrosa tras bañar en cava a su director de equipo, Alberto Puig. "Pero cuando lo logré, pareció que se había abierto la manguera y mis ojos se llenaron de lágrimas". A los 18 años, Pedrosa acababa de proclamarse campeón del mundo del octavo de litro y era el segundo más joven de la historia en conseguirlo.
Pedrosa lo veía aún todo borroso mientras daba la vuelta al circuito y se exhibía ante una afición que le aclamó. Y así prosiguió cuando se bajó de su Honda y se fundió en un abrazo con Alberto Puig, el ex piloto que siempre creyó en él. "Desde pequeño mi sueño fue ser piloto, y cuando lo eres te gusta ser bueno y ganar carreras. Acabo de ganar el Mundial, pero soy incapaz de saber lo que siente un campeón del mundo. Debo asimilarlo, dejar pasar un poco más de tiempo".
En cuestión de minutos su cabeza se llenó de recuerdos y de sentimientos. De golpe visionó a aquel niño que se subió a la moto por primera vez a los cuatro años en aquella Italjet 50 de motocross. Recordó que fue a los seis años cuando comenzó a correr en pocket bike, con una imitación de Kawasaki. Sus primeras carreras con los amigos, sus ilusiones y aquel sentimiento que ya nunca le abandonaría: "Quiero ser piloto profesional".
Y también las dificultades que encontró él y su familia para poder desarrollar el hipotético potencial que llevaba dentro. Intentó competir en las carreras de promoción del RACC o en las copas Aprilia, pero no encontró financiación, le faltaban recursos económicos. Pero un año más tarde la familia supo que Alberto Puig estaba haciendo pruebas para crear el equipo Movistar Activa. Y apuntaron a su hijo, a Dani.
Tenía 13 años cuando acudió al Jarama. "Aquello era una gran oportunidad", confiesa Pedrosa. "Pero yo no había conducido nunca una moto con marchas. Así que la semana anterior lo probé por primera vez con una moto que me prestó un amigo en un polígono industrial cerca de mi casa".
Cuando llegó a El Jarama se encontró con un panorama nuevo para él. "Había mucha gente. Estaba asustado. Todo me parecía muy grande". No logró pasar ninguna de las tres pruebas de clasificación a que fue sometido. Pero Alberto Puig decidió que corriera la final. Tampoco allí ganó. Sin embargo, mostró un excetente nivel de pilotaje, y Puig le seleccionó junto a Toni Elías, Joan Olivé y Raúl Jara.
"Tenía algo especial", comentó entonces Puig. "Era tan pequeño, se le veía tan indefenso, pero tan decidido. Me miró con sus ojos afilados de arriba a abajo y me confesó que hacía sólo una semana que había tocado por primera vez una moto con marchas".
Aquello fue una apuesta personal de Puig. Podía haberse equivocado y todo el mundo se lo habría restregado por la cara. Pero no erró. Puig, abandonado por Elías cuando comenzó a triunfar, encontró en Pedrosa la perla que estaba buscando. Se lo llevó al campeonato de España de 125 y consiguió concluir cuatro de las seis carreras en las que compitió. No ganó ninguna, pero en las que acabó fue el más rápido en los entrenamientos. Y entonces le llegó la sorpresa más importante que había tenido en su vida. Puig le comunicó su decisión de llevarle al Mundial.
Debutó en Suzuka en 2001. "Era como un sueño", recuerda. "Aquello me pareció enorme. Estaba en los últimos puestos de la parrilla, sólo había tres filas por detrás de mi. Y nunca había visto tantos pilotos en una misma carrera. Eran muy agresivos. Lo pasé fatal en la primera curva, pero aquello ya no me ocurrió más".
Logró su primera pole position también en Japón, y subió por primera vez al podio en Valencia, causando sensación, porque lo logró tras haber disputado sólo 12 carreras, todavía con 15 años de edad. Su primera victoria se produjo el año pasado en el mítico circuito de Assen (Holanda). Y a partir de ahí su escalada resultó imparable. Este año ha ganado cinco carreras y logró un segundo puesto.
Sin embargo, ayer pese a las emociones, Pedrosa no se olvidó de sus raices. Recordó a su familia y, sobre todo, a Alberto Puig. "Sin él", dijo, "probablemente estaría aún viendo las carreras en mi casa".
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