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Reportaje:

Naves para crear y mostrar

Diversos artistas coinciden en Russafa transformando antiguos almacenes del barrio en singulares espacios públicos y privados

Ferran Bono

En la antigua fontanería Agustín Amorós, donde se almacenaban tuberías, grifos o sifones, ahora se tallan esculturas, se pintan lienzos, se exhiben cuadros o se escucha un concierto; en el gimnasio abandonado del Sporting Club Russafa, donde sudaban los vecinos boxeando o levantando pesas, sin olvidarse el fútbol, ahora se esculpe, se dibuja, se observan la belleza de los trazos arquitectónicos o se perfeccionan los movimientos de una futura coreografía; en la planta baja donde se preparaban piscolabis y comidas para llevar, ahora se crean cuadros. Son sólo tres ejemplos, pero hay más.

Russafa siempre ha sido especial. Ahora lo es un poco más. Pintores, escultores, diseñadores, arquitectos, bailarines, artistas de diversa índole, han coincidido en un plan: transformar viejas naves y plantas bajass del popular barrio de Valencia en espacios muy personales dedicados a la creación. La espina dorsal de este movimiento, que guarda paralelismos con la reutilización de viejos almacenes de los neoyorquinos Soho o Chelsea, por ejemplo, se sitúa en la calle de Sevilla, por donde apenas pasa tráfico.

"Si no te mueves, te apolillas", dice el arquitecto del nuevo y artístico Sporting Club

Allí se instaló hace tres años Color Elefante. Desde la calle, parece una galería, más o menos al uso. Una vez dentro, la primera estancia da paso a una nave con altillo, donde trabajan los artistas Carlos Albert y Dorle Schimmer. En compañía de la pintora Marusela Granell montaron este espacio con la intención de ofrecer una alternativa para los artistas sin galería y un punto de encuentro para disfrutar de todo tipo de manifestaciones artísticas. Ya han establecido vínculos con otros espacios similares de Europa y Nueva York. "No tenemos ánimo de lucro, pretendemos dar oportunidades con un coste mínimo, con la única limitación de la calidad, además de promover el diálogo y estimular el barrio, como hizo la exposición de Árboles de Russafa", afirma Albert, quien lleva la voz cantante y no oculta una expresión entusiastacuando cuenta las actividades de Color Elefante y el ambiente que se está creando en Russafa.

Al fin y al cabo fue de algún modo el pionero dentro del grupo de artistas y creativos que se han ido instalando o están a punto de hacerlo en la misma calle Sevilla o adyacentes. Nacho Murillo, Horacio Silva, Javier Chapa, Pepe Miralles, Ximo Aldás, Cristina Alabau, Paco Sebastián,

Pepe Llácer y Curro Canavese, entre otros.

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Color elefante, que exhibe ahora la obra de Granell, también edita la revista ilustrada Papel Elefante, donde se plasma por escrito la idea multidisciplinar y abierta de la propuesta. En ella participan muchos de los nuevos vecinos. "La verdades que hay muy buen rollito entre nosotros", dice Albert.

"Ya verás cómo está quedando el Sporting", comenta, mientras se encamina a la cercana nave rehabilitada por el arquitecto Carlos Moreno Domínguez. Presidente también de la asociación Sporting Club Russafa que sustenta el proyecto, Moreno ha dividido el espacio en tres áreas compatibles para trabajar, exponer y reunirse los socios.

Un gran muro, futuro panel expositivo, funciona como bisagra y se abre a una amplia nave iluminada con luz cenital. En una esquina, la compañía de danza contemporánea Noname Radar, de Rafa Linares, ensaya su próxima coreografía. En otro extremo del ring se sitúa el altillo donde pinta Canavese, y en diagonal se encuentran las esculturas aún inacabadas de Llácer. Queda otro rincón para instalar una biblioteca e incluso a un escritor. "Hemos creado la asociación con la idea de hacer cosas y unir las diversas artes", señala Llácer. "Es una especie de combate de las artes contra las artes, pero para bien", agrega Canavese. Próximamente se abrirá el público el espacio expositivo.

A poca distancia, antes de llegar a la calle de Dénia, donde se halla el estudio del pintor Horacio Silva, se atraviesa una bocacalle conocida entre los vecinos por el tráfico de droga y el estrépito que genera. La policía lo sabe, pero son pocas las actuaciones. Entre el vecindario cunde esa idea, al igual que sucede en El Cabanyal con la prolongación de Blasco Ibáñez, de que el Ayuntamiento hace la vista gorda con el abandono del barrio, sobre todo en la parte recayente al futuro Parque Central, dados los intereses especulativos.

"Es el estudio que siempre he soñado", indica encantado Silva, mienrtas señala el espacio para colgar sus cuadros, la luz de las claraboyas. Al barrio llegó por recomendación de su primo, Paco Sebastián y de casualidad encontró el bajo que, doblados los muros y remozada la cubierta, nada recuerda al antiguo obrador de comidas. Sin subvenciones, sin ánimo de lucro, con la idea de compatibilizar lo público y lo privado, la creación y la exhibición, Color Elefante y Sporting Club Russafa son fruto de la búsqueda de nuevos espacios y estilos de vida. Porque, según concluye Carlos Moreno, "si no te mueves, te apolillas".

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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