Uno de cada tres votantes hispanos apoyó al candidato republicano en las urnas
Los latinos reparten sus preferencias entre Schwarzenegger y el demócrata Bustamante
La tendencia global de EE UU sobre la independencia del voto hispano se afianzó en las elecciones del martes en California: un 30% del electorado latino votó a Arnold Schwarzenegger. Con ser importante la proporción, lo principal es que los votantes tomaron la decisión en competición directa con un hispano, Cruz Bustamante, que se quedó en el 32% de los votos. Bustamante, de 50 años, vicegobernador y ex presidente del Congreso californiano, no pudo cumplir su sueño de ser el segundo gobernador hispano de California. El primero, Romualdo Pacheco (1875), sólo duró nueve meses en el cargo.
Gracias a que el derrotado de la noche era su jefe, Gray Davis, Bustamante pudo presentarse -sin miedo a la demagogia- como segundo ganador y como portavoz de los desafortunados: "Fui candidato para ser la voz de los californianos que no tienen voz y que quieren ser oídos, de los que recogen las cosechas en el campo, como hizo mi familia", dijo, mientras Cruz y Dominga, sus padres, asentían emocionados, en primera fila de la sala llena de seguidores en el hotel Sheraton de Sacramento.
"No hemos fracasado", afirmó Bustamante -acusado en la campaña de recibir cuantiosas donaciones de los casinos administrados por tribus indias-, y tenía razón, porque una de las decisiones de la noche era sobre la Proposición 54, que, de haber salido, hubiera impedido a la Administración de California recoger los datos raciales y étnicos para sus estadísticas. La 54 -alentada por un empresario negro, Ward Connerly- tuvo un 63% de votos en contra, la mayoría de hispanos. Los críticos de la propuesta protestaban porque creían que era una herramienta que se iba a utilizar en contra de las ayudas a las minorías. Cuando Bustamante entendió, gracias a los sondeos, que no tenía posibilidades de batir a Schwarzenegger, dedicó su esfuerzo y su dinero a luchar contra la Proposición 54.
Del voto de California se confirma que los hispanos, ya la primera minoría de EE UU y con peso decisivo en Estados como California, Tejas, Arizona, Nuevo México o Florida son una fuerza electoral todavía mayoritariamente -pero no en exclusiva- cercana al Partido Demócrata. Y a medida que crezca su nivel de integración y su capacidad adquisitiva, ese fenómeno se acentuará: el voto hispano no es un voto cautivo; los intereses de los hispanos cruzan las líneas partidistas, y ya no se puede esperar que voten en bloque. California ha demostrado que los hispanos votan y votarán por razones políticas, económicas y sociales, por lo que les ofrezcan los candidatos y los partidos para su desarrollo individual, más que colectivo.
En California, la presencia latina es tremenda, pero no se refleja aún como debería. Casi la tercera parte de los 35 millones de habitantes del Estado son hispanos, pero su peso no empezó a notarse hasta 1994, cuando los votantes aprobaron la Proposición 187, que excluía a los sin papeles del acceso a la enseñanza, los servicios sociales y la sanidad. La medida fue declarada inconstitucional, pero la alarma sirvió para que los hispanos, que habían evitado -por desidia o por miedo- registrarse para votar, cambiaran, y en el año 2000 hubo un 16% más de votantes. Sigue siendo un número bajo (sólo uno de cada siete latinos vota, porque no se registran y porque el 40% tiene menos de 18 años), pero cada vez es menor la diferencia que les separa de la media general de participación política en EE UU.
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