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Reportaje:

Los niños, a la cárcel

Menores de Soweto pasan un día en prisión como disuasión

Son las cuatro de la mañana en Soweto, la barriada más grande de Johanesburgo, y un grupo de jóvenes empieza su actividad escolar caminando un par de kilómetros hasta la cárcel. La docena de jóvenes nunca ha estado en una prisión, pero en este país -que cuenta con un millón de huérfanos debido al sida, en el que muchos jóvenes crecen solos, sin dinero para pagar la tarifa escolar, donde el 70% de los jóvenes no tiene trabajo- la tentación de caer en la criminalidad es muy alta.

Todos los estudiantes pasarán poco más de 24 horas en prisión, como verdaderos prisioneros. La bienvenida a los hombres es un afeitado de cabeza. "¡Qué lección voy a aprender porque alguien me corta el cabello!", exclamó enojado un alumno. Luego les sacan fotografías de frente y perfil, les desnudan y les ponen uniformes. Viven igual que cualquier prisionero lo que significa estar en prisión. El día lo pasarán haciendo trabajos forzados o castigados en celdas de aislamiento. La única salvedad es que ni mujeres ni hombres dormirán con presos de verdad.

"Este tipo de tratamiento no es mortal. La terapia de choque es la clave de nuestro éxito", explica Jackey Maaronhanye, Mama Jackey para sus alumnos, de 45 años, una maestra que hoy dirige Ithuteng, una de las instituciones más exitosas de educación de jóvenes en una zona marginal de Suráfrica. Todos los 3.000 estudiantes que han pasado por Ithuteng, que significa "es hora de estudiar" en Tswana, han terminado con éxito la enseñanza secundaria. En Suráfrica esto es casi un milagro. Incluso el presidente del país, Thabo Mbeki, reconoció el esfuerzo de Maaronhanye en su discurso ante la nación.

Mamá Jackey creó Ithuteng en 1990 como un programa de alfabetización para empleadas domésticas. El programa pronto creció y empezó a ayudar a que jóvenes presos utilizaran el tiempo en la cárcel para terminar el colegio. "En prisión me di cuenta de que estos esfuerzos no darían frutos, pues hay que llegar al joven antes de que caiga en la cárcel", dijo. En 1999 transformó su programa de alfabetización en uno de prevención de la criminalidad juvenil y el centro, situado en Soweto, fue inaugurado por Nelson Mandela.

Ithuteng no es un colegio: las clases las imparten otros jóvenes que han completado con éxito su formación y que han luchado por dejar la violencia o sobreponerse a experiencias traumáticas, como violaciones múltiples o vivir como seropositivos. La ayuda de los pares también suple la brutal falta de profesores que sufre Suráfrica. "Aquí todos los alumnos son pobres. Muchos han sido golpeados y / o violados. Algunos han asaltado y robado. No pueden ser tratados por un profesor normal. Por eso el sistema de ayuda de sus pares ha dado tan buen resultado. Hablan su mismo lenguaje y son respetados.", dijo Mamá Jackey.

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