El club olvidado
El Aurrera, descendido por no pagar, recibe los primeros signos de apoyo de las instituciones tras más de un año
El Aurrera, una institución declarada de "utilidad pública" en 1993, con más de 700 deportistas a su cargo en 30 equipos de cinco secciones diferentes, es el club vasco que mejor sabe que el deporte sí está íntimamente relacionado con la política. Durante la era Cuerda, no tenía motivos para la queja. El anterior alcalde de Vitoria era el abanderado de los centros cívicos y el deporte aficionado y de base, al que subvencionaba. Los clubes profesionales (Alavés, Tau) no guardan tan buen recuerdo de esa época.
Pero con el relevo en la Alcaldía, en 1999, todo ha cambiado. Alfonso Alonso (PP) encuentra más atractivo el profesionalismo. Hay un ejemplo claro: este verano ha decidido entregar al Alavés 631.000 euros para los próximos tres años en concepto de "promoción deportiva" y a cambio de que luzca en su camiseta el logo Vitoria-Gasteiz en los partidos de casa. El Aurrera, que hasta 1999 percibía del Ayuntamiento entre 10 y 12 millones de pesetas por promoción deportiva, lo que suponía el 15% de su presupuesto, recibe ahora cero euros, según constata su directiva.
Sobre esos cimientos se han basado las relaciones Aurrera-Ayuntamiento. Alonso modificó el convenio firmado por Cuerda, por el que el club cedió gratuitamente sus instalaciones de Olaranbe (a la altura de cualquier equipo de Primera, valoradas en unos tres millones de euros) a cambio de que el Ayuntamiento se haga cargo del costoso mantenimiento. Pese a que estaba pactado, el alcalde le retiró al club la cesión de unos terrenos en Betoño. Ahora, los utiliza el Alavés.
El Aurrera, que ya arrastraba una deuda de años anteriores, se encargó de las obras de una nueva zona deportiva. Sin embargo, el asunto se fue de las manos. El Ayuntamiento, que debía supervisar los trabajos en una comisión presidida por el alcalde, en ningún momento se preocupó por ello hasta que las empresas adjudicatarias abandonaron la obra por impagos.
Ahí empezó una bola de nieve. Los directivos del Aurrera avisaron hace más de un año al alcalde de la situación, pero no recibió soluciones. Alonso pidió una auditoría cuyos resultados cuestionó (a pesar de que fue el propio Ayuntamiento el que la contrató) y un plan de viabilidad. Todo ello lo recibió para diciembre del año pasado. Pero ya era tarde. El Aurrera tiene desde ese mes las cuentas embargadas.
La situación ha empeorado. Durante casi un año, el Ayuntamiento no se ha querido hacer cargo de las obras, pese a ser de su propiedad y a que debió revisarlas. No ha escuchado los planes del club para solucionar ese capítulo, el que le ha supuesto el embargo. En julio llegó un punto crítico: si para el día 31 no pagaba a sus futbolistas, bajaría de Segunda B a Tercera. No recibió ayudas de nadie, así que se consumó el descenso. Sólo el histórico Oviedo se encontró en la misma situación.
Ahora, con la presión de la oposición (el PNV lo ha llevado al debate político), por fin se han reunido las dos partes con la Diputación para solventar el problema y mediar con las entidades acreedoras. Ya se han dado los primeros pasos y se espera que en los próximos días se resuelva por fin.
Sin embargo, quedan pelos en la gatera. Aparte del descenso, el club ha perdido a buena parte de sus entrenadores (el Alavés les ha ofrecido mejores condiciones), sigue embargado y mantendrá una deuda de casi dos millones de euros que deberá pagar con un crédito a largo plazo.
"Nadie se llevó dinero"
El alcalde ha explicado todos los problemas del Aurrera centrando sus acusaciones en una persona: el antiguo presidente del club, Emilio Ubis. Le llegó a acusar de "estafar" al equipo y de estar "huido y desaparecido". Este periódico, sin embargo, pudo ponerse en contacto con él al primer intento. De momento, Ubis prefiere esperar para responder al alcalde.
Los actuales directivos también descargan la responsabilidad de Ubis: "Nadie se ha llevado dinero, sólo que se han hecho más obras de las previstas", aclararon. El vicepresidente económico del club, José Ramón Fernández de Mendiola, acusó a algunos miembros del Alavés por su "estilo carroñero", al arrebarle técnicos aprovechándose de la situación del Aurrera.
De momento, el club sobrevive con las donaciones de una asociación Pro-Aurrera formada por más de 250 socios, incluidos los deportistas.
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