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Columna
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Liber

La política del libro en la Comunidad Valenciana es un asunto eternamente pospuesto. En otras épocas no muy lejanas impresores y editores coincidían e incluso se potenciaban. Los años de régimen franquista arrasaron definitivamente cualquier atisbo de resurgimiento cultural. El marqués de Campo ya decía que un periódico o un libro era un arma amenazadora para los resortes dominantes de poder, aunque estuviera envainada.

Liber es la feria española del libro que se celebra en la primera semana de octubre y que este año se ha instalado en Madrid y ha tenido una afluencia considerable de expositores y visitantes.

Hace unos meses escribí un artículo sobre las andanzas quijotescas del libro español, que tiene todos los veranos una cita destacada desde hace diecinueve años en Santander. En el Palacio de la Magdalena quedó patente que brillan dos centros neurálgicos en España y que se polarizan en Barcelona y Madrid. Acudió la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, flanqueada por el secretario de Estado de Cultura, Luis Alberto de Cuenca, y por el flamante director del Libro, Fernando de Lanzas, que no se perdió ni una sesión. Madrid estuvo presente y activo. Cataluña no fue menos y desplazó a sus huestes con el consejero de Cultura, Joan Villajoana, al frente. El emisario de la diputación de Barcelona, Marco Conchillo, aclaró que no hay libertad sin tener resuelto el acceso a la información y al conocimiento.

Y a partir de esta apreciación es evidente que hay una correspondencia entre Liber, libro y libertad. El libro necesita el revulsivo de una cierta ausencia de libertad para recrecer. Es mucho más importante dónde se conciben los libros y se hacen posibles que dónde los imprimen.

En Barcelona tienen claro que no se compran menos libros porque abran más bibliotecas, sino al contrario. Muy especialmente cuando las bibliotecas funcionaron mejor y no se limitan a ser un depósito de libros, sino un espacio vivo para la cultura.

La Generalitat Valenciana ha estrenado nuevo director general del Libro, Vicente Navarro de Luján, que tiene encomendada la gestión de estos temas. No se sabe por qué la presencia institucional de la Generalitat Valenciana en Liber-2003 fue suspendida en el último momento cuando tanto los países iberoamericanos como los futuros miembros de la Unión Europea y la mayoría de las autonomías tenían stand para exponer sus producciones y apoyar al sector editorial.

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Es posible que los gestores públicos ya se lo sepan todo y no caigan en que el respaldo a los editores es fundamental para su propia estima. Es constatable que los valencianos pintamos poco, donde Madrid y Cataluña lo tienen casi todo controlado.

La edición en la Comunidad Valenciana va en regresión, con un descenso del 4,3% en 2002. Esta tendencia contrasta con el crecimiento que experimentan Madrid, Barcelona y Andalucía. Las editoriales andaluzas han superado a las valencianas en un millar de títulos. Se requiere líderes para relanzar el sector editorial. La experiencias en estos casos es un grado venerable y cuando va acompañada de lucidez, acabaremos por concluir que buena falta nos hace. Por añadidura el libro es la clave para la inteligencia y la libertad.

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