Cánticos al amanecer
Es noche cerrada y hace frío. Pero a los auroros de Peñas de San Pedro (Albacete) no les preocupa lo más mínimo. Se abrigan y se echan a la calle para perpetuar, a lo largo de todos los domingos del mes de octubre, la tradición del canto del rosario de la aurora: ya en 1680 estaba constituida la cofradía de María Santísima del Rosario, según datos del estudioso José Sánchez Ferrer. Salen de 4.00 a 6.30. Sus voces, y el sonido de la campanilla, guitarra y acordeón que las acompaña, recorren un pueblo de unos 900 habitantes, apenas iluminado. A su paso se abren puertas y cancelas, y en muchas casas les ofrecen café, licores y pastas, que les entona y reconforta.
Hacia las 7.00, cuando se intuyen las primeras luces, se reza el rosario en una procesión presidida por la imagen de la Virgen. Los auroros se incorporan, y al terminar cada misterio cantan, lo mismo que al finalizar la misa: "Adiós, Virgen del Rosario, / que te tenemos aquí, / échanos la bendición / que ya nos vamos a ir".
Pero antes, María Ángeles Garijo, una mujer joven y animosa, que regenta un restaurante -"cuando acabo de recoger ya casi tengo que salir con los auroros. Es un esfuerzo grande, pero vale la pena", comenta-, empuña su batuta y da la clave de la estrofa que van a interpretar: "Dios te salve, Virgen pura, Magdalena" (que en realidad habla de la Verónica y de cómo enjugó el rostro de Jesús), "La corona se quitó la Virgen", "Baje la cruz de los cielos", "Por la calle la Amargura...". Sus letras son descriptivas y sencillas: "Un devoto por ir al rosario / por una ventana se quiso arrojar / y María la Aurora le dice: / detente, devoto, por la puerta sal". En total, 35 coplas y 17 salves, transmitidas de generación en generación e interpretadas a dos y tres voces.
En el origen eran sólo hombres, pero en los años setenta empezaron a incorporarse las mujeres, aunque de siempre hubo una, ya fallecida y conocida como La Sastra, que iba tocando las castañuelas. Hay auroros de todas las edades: desde los 12 o 14 años de los más pequeños, hasta los 83 de Antonio Bernabé, que toca la campanilla y se mantiene a pie firme durante todo el recorrido.
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